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NOTA EDITORIAL: LA PARAPOLÍTICA

Editorial

La Parapolítica

En una nueva demostración de independencia y seriedad, la Corte Suprema de Justicia siguió destapando nuevos casos de parapolítica en Colombia.

 

La tarea de la Corte en ese sentido ha sido ejemplar, a pesar de todos los atropellos que recibió del Gobierno anterior para obligarla a abandonar su tarea de hacer justicia, y, sobre todo, de poner ante la luz pública el comportamiento delincuencial de una clase dirigente.

Cuando todos pensaban que la Corte Suprema de Justicia había concluido su tarea, de manera sorpresiva nos llegan noticias sobre nuevos hechos y nuevos protagonistas.

Esas determinaciones llenan de esperanza a los colombianos por cuanto el anhelo de la mayoría es que la justicia se pronuncie, y castigue a los culpables de las lágrimas, miseria y la sangre derramada por miles de colombianos que fueron arrasados por una política cavernícola y de lesa humanidad.

Así como la Corte Suprema de Justicia está abordando el asunto, con seriedad y responsabilidad, otros organismos deberían hacer lo mismo; como la Fiscalía, donde los expedientes han permanecido engavetados por muchos años, mientras que en la Procuraduría en la mayoría de los casos se ha buscado favorecer a los sindicados.

Los responsables, una vez demostrada su culpabilidad, deben pagar las condenas en cárceles, sin ninguna clase de privilegios, y luego, por decencia y reglas de cortesía, pagar los daños que ocasionaron a sus víctimas, además de pedir perdón a los colombianos por su detestable comportamiento delincuencial.

Es hora de que Colombia presente a la comunidad internacional una investigación exhaustiva del desplazamiento y genocidio que se ha registrado por años, con la complacencia y complicidad de algunas autoridades, tales como lo demuestran los hechos.

Si no se logra que la justicia colombiana conozca toda la verdad del holocausto vivido, es hora de que la Corte Penal Internacional entre a investigar los crímenes de lesa humanidad para que los responsables paguen todo el daño que han hecho.

Colombia es un país donde la mayoría de las gentes son buenas, y por ello han sido atropelladas por una minoría que concentra el capital a cualquier costo. Es hora de cambiar, es hora de la justicia social.

Colombia debe hacer parte de los países civilizados, donde no se permita bajo ningún motivo la violación sistemática de los derechos humanos, como se ha estado viviendo desde hace muchos lustros aquí.

Colombia es un país donde la paz y la justicia deben trazar todos los caminos de progreso y desarrollo.