Miguel Uribe Turbay y su esposa Claudia Tarazona
Primicia Diario
La inesperada y violenta muerte del senador y precandidato presidencial colombiano Miguel Uribe Turbay, a sus 39 años, ha sacudido los cimientos de la política nacional. Su asesinato, catalogado como el primer magnicidio en más de 30 años, no solo ha revivido dolorosos recuerdos del pasado, sino que ha desatado una ola de pronunciamientos de figuras de todo el espectro político y social, tanto en Colombia como a nivel internacional. Sus palabras, cargadas de pesar, condena y llamados a la reconciliación, dibujan un panorama de luto y preocupación ante el resurgir de la violencia política.
Sentimiento de Dolor
Desde la Presidencia de la República, se lamentó «profundamente el fallecimiento» y se extendieron «sinceras condolencias» a su familia. A pesar del silencio inicial del presidente Gustavo Petro, el gobierno se pronunció, asegurando que «su voz vivirá en cada esfuerzo por un país libre, justo, más unido y en paz». Su vicepresidenta, Francia Márquez, fue más enfática, declarando que «la violencia no puede seguir marcando nuestro destino», y que «la democracia no se construye con balas ni con sangre».
«Mi sentido pésame a la familia del senador Miguel Uribe Turbay, y a las y los colombianos todos. La vida está por encima de cualquier ideología. He querido marcar un nuevo paradigma, incluso teórico, en mi gobierno, al colocar el proyecto del cuidado y la expansión de la vida, como la prioridad número uno de los objetivos a alcanzar y como el eje estructurante de toda nuestra acción.
Lo hicimos precisamente en un país que vive una paradoja inmensa: ser el espacio de mayor diversidad natural y humana del planeta y al mismo tiempo, ser uno de los países con más violencia permanente, donde se mata sin ningún sentido.
La violencia en Colombia viene siendo derrotada a través de las últimas décadas. Después de un genocidio político desatado entre liberales y conservadores, que dejó 300.000 campesinos muertos, después de otro genocidio político, cometido contra la izquierda del país, hemos pasado a una violencia centrada en las economías ilícitas, que se arrincona, cada vez más, en las fronteras y los puertos. Pero la muerte nos da sorpresas y nos asalta aún.
En un gobierno progresista, amante de la vida, ha ocurrido un atentado con trágico final contra un senador de la oposición. Sus causas, aún en averiguación, marcan por ahora, un camino muy diferente al que inicialmente y de manera prejuiciada, se insinuó. La investigación debe profundizarse. Y serán las autoridades competentes para ella, ayudada por expertos internacionales, quienes se pronunciarán en su momento.
Al gobierno le queda repudiar el crimen y ayudar. Sea de cualquier ideología, la persona y su familia, su vida y su seguridad es, para el gobierno, la prioridad. No hemos perseguido a ningún miembro de la oposición, ni lo haremos.
Para nosotros, que hemos sido perseguidos y nuestros amigos asesinados, es una de nuestras prioridades. No es la venganza el camino de Colombia. Por venganzas llevamos décadas de violencia. No más. Por eso estamos tristes, nos duele la muerte de Miguel, como si fuera de los nuestros. Es una derrota. Cada vez que cae un colombiano asesinado, es una derrota de Colombia y de la Vida. Por eso lo que queda es el duelo y seguir adelante»:Mensaje del presidente de la República, Gustavo Petro Urrego
La primera dama, Verónica Alcocer, se unió al clamor, manifestando que «ninguna idea, lucha o diferencia justifica la violencia», y deseando que la tragedia impulse la reconciliación.
Expresidentes y Aliados
El expresidente Álvaro Uribe Vélez deploro el hecho con una contundente frase: «el mal todo lo destruye». En la misma línea, Iván Duque expresó un profundo dolor, afirmando que «Colombia llora, pero no se rendirá ante los criminales». Juan Manuel Santos, por su parte, se sumó al coro de voces que claman por la reconciliación.
El Centro Democrático, partido al que pertenecía Uribe Turbay, lamentó la pérdida de un «hombre cuyo legado de servicio y amor por Colombia nos inspira a todos», y subrayó cómo «la violencia que nos carcome» arrebató su vida.
Institucionales e Internacionales
La conmoción trascendió los círculos políticos. El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, decretó tres días de duelo, calificando el asesinato como un «punto de quiebre para Colombia» y un hecho que «no podemos aceptar». El presidente del Senado, Lidio García, lo describió como «un crimen político y una tragedia para Colombia».
La reacción internacional no se hizo esperar. El senador estadounidense Marco Rubio pidió justicia, mientras que la ONU Derechos Humanos en Colombia lamentó la muerte y convocó al «respeto por la vida de todas las personas y por unas próximas elecciones libres de violencia».
Este trágico suceso ha puesto a prueba la fragilidad de la paz en el país. El eco de los pronunciamientos unánimes en contra de la violencia resuena como un grito de esperanza, una exigencia colectiva para que la muerte de Miguel Uribe Turbay no sea en vano y sirva de catalizador para una paz verdadera y duradera.
El embajador del Reino Unido en Colombia, George Hodgson, se pronunció sobre el magnicidio del senador Miguel Uribe Turbay, declarando que «la violencia no tiene ningún lugar en la política democrática» tras expresar la tristeza de su gobierno por el fallecimiento del precandidato presidencial.
El Gobierno de la República Oriental del Uruguay expresa su condena ante el atentado contra el senador de la República de Colombia, Miguel Uribe Turbay, acto de violencia política e intolerancia extrema que configura una afrenta injustificable a la democracia y a la libertad de expresión y de pensamiento.
«Estados Unidos rechaza la violencia política en todas sus formas. Hacemos un llamado para que los responsables enfrenten todas las consecuencias de acuerdo a la ley y reafirmamos nuestro compromiso con la estabilidad, la seguridad y el futuro democrático de Colombia”, resalta desde la Embajada de Estados Unidos en Bogotá»:John McNamara Encargado de Negocios de EE.UU en Colombia, John McNamara
El cuerpo del senador Miguel Uribe Turbay será velado en una capilla ardiente en el Salón Elíptico del Congreso de la República.