En busca de los recuerdos de mi infancia
Texto y fotografías
Lázaro David Najarro Pujol
Primicia Diario – Cuba
Aunque cerca del 70 por ciento de mi vida la he pasado lejos de Santa Cruz del Sur, Camagüey, Cuba, suelo visitar regularmente este rincón de pescadores donde nací, viví mi infancia y parte de mi adolescencia. Dejé el pueblo siendo casi un niño para estudiar en La Habana del Este y volví poco antes de cumplir 16 años. Pude haberme quedado en la capital, ya que mis estudios sobre el cultivo de la esponja se realizaban en el sur habanero, pero el vínculo con mis raíces era más fuerte.
Durante mi etapa universitaria permanecí en ese espacio único «donde el mar no es solo paisaje». Tal como recoge CUBALGIA en un video dedicado al lugar, el Caribe es «un espejo que guarda las risas y los silencios de quienes lo miran». Al terminar la licenciatura, impulsado por el deseo de plasmar un proyecto literario basado en mis vivencias en los Canarreos, me alejé nuevamente por casi siete años. Sin embargo, cada año regresaba al enclave de arenas mulatas de Playa Bonita para percibir el aroma salino, buscar los ecos de mi infancia y reencontrarme con «el sonido de las olas rompiendo contra el malecón».
Si bien llevo muchos años viviendo lejos de Santa Cruz del Sur, mis escritos reflejan historias heroicas y las vidas de hombres y mujeres que antaño tejían sus redes «con la paciencia aprendida del viento y los años».
En cada uno de mis libros, con orgullo destaco en sus contraportadas el hecho de haber nacido en este sitio especial, con sus «calles tranquilas que parecen hechas para caminar despacio mientras el sol de la tarde pinta de dorado las fachadas».
Siempre encuentro un motivo para volver a Santa Cruz del Sur, aunque sea solo por unas pocas horas. Recorro sus paisajes familiares, escucho relatos de su gente y permito que la brisa del mar se infiltre en mi nostalgia. Este «rincón que, aunque uno se aleje, siempre regresa en la memoria como un susurro impregnado de sal» me recuerda una realidad: hay lugares que no solo se visitan, sino que se llevan tatuados en el alma para siempre.
Gente que respiraron brisa y ya no están



