Los colores del atardecer en Beijing transformaron el paisaje en una obra de arte natural.

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El cielo de Beijing se tiñó de un espectáculo de colores vibrantes, y la explicación se encuentra en un fenómeno científico llamado dispersión de Rayleigh. Este proceso se da cuando los rayos del sol, compuestos por todos los colores del arcoíris, atraviesan las partículas de la atmósfera.

Durante el atardecer, la luz viaja por una capa más gruesa de la atmósfera. Esta distancia adicional causa que los colores de onda corta, como el azul y el violeta, se dispersen con mayor facilidad, mientras que los colores de onda larga, como el naranja y el rojo, logran llegar directamente a nuestros ojos.

Además, la densa concentración de partículas finas, como el polvo y el humo, que a menudo se encuentran en el aire de Beijing, pueden intensificar la dispersión, haciendo que los tonos del atardecer sean aún más vivos y saturados.

El cielo radiante de colores inspiró un concurso de fotografía, donde cientos de personas compitieron por la mejor imagen.

Un bote solitario se desliza sobre un lago en calma, mientras el cielo se enciende con un atardecer espectacular en tonos rojos y naranjas. Las siluetas oscuras de los árboles y algunas edificaciones se recortan contra el resplandor.