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EL FANTASMA

Amira Zerrouki

La industria televisiva de América Latina está de luto por el fallecimiento de Eduardo Serrano, una de sus figuras más emblemáticas en el mundo de las telenovelas, a la edad de 82 años. El actor, recordado por su participación en producciones como «El cuerpo del deseo», «El rostro de la venganza» y «Simplemente María», falleció en la mañana del 11 de septiembre en un hospital de Miami.

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La triste noticia fue confirmada por su hija, Magaly Serrano, quien le dedicó un emotivo mensaje en redes sociales: «Este es un ‘nos vemos pronto, mi amado, mi rey, mi vida, lo más bello que tiene la hija, mi amor’. Pienso en sus 82 años y no puedo, sino agradecer tu vida: fuiste el mejor hijo y hermano; obediente, entregado, amoroso, respetuoso».

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Eduardo Serrano, uno de los primeros actores de la «época de oro» de la televisión venezolana, inició su carrera en los años 60 como actor de doblaje y debutó en la pantalla chica en 1965. Su talento y carisma le valieron el cariño del público en toda la región.

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En julio de 2025, se hizo público que el actor había sido diagnosticado con cáncer de pulmón. A pesar de los tratamientos, la enfermedad había hecho metástasis en el cerebro, y su salud se deterioró rápidamente. Su deceso se produjo a las 5:30 a. m. en la ciudad de Miami.

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En su extenso mensaje, Magaly Serrano honró la memoria de su padre, destacando su calidad humana y su papel como figura de admiración y respeto: «Pudiste vivir lo que amabas hacer y eso sí que es una bendición, y no sólo vivir de eso: ser exitoso, innovador, respetado y ciertamente una leyenda, y lo fuiste porque primero fuiste: compañero, humilde, inteligente, profesional, respetuoso y visionario».

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La hija del actor también recordó el profundo vínculo que los unía, describiéndolo como el mejor padre y un gran amigo. El mensaje concluye con palabras de amor y gratitud: «Te voy a extrañar… Dios solo sabe cuánto!!! Tu amor queda como una huella imborrable en cada uno de nosotros. Te amo mi rey, nos vemos cuando sea para siempre en un rato. Dios te recibe en sus brazos, de eso estoy segura. ¡Mi luz, mi vida, mi todo!».