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MILAN HIZO RESPETAR SU CASA. BARCELONA DERROTADO

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 Messi seguía desaparecido. No fue su noche. Su único intento de gol fue un libre directo que ni se acercó entre los tres palos de Abbiati.

 

 

 Nicolás Rojas Holguín

Coordinador  Deportes

Primicia

 

Como era de esperar, al Barça no le esperaba ningún equipo fácil. Jordi Roura puso sobre el mismo escenario que truncó su carrera futbolística al mejor once posible. Había que marcar en San Siro pensando en allanar el camino en la vuelta, pero siendo conscientes de que no iba a ser fácil porque el Milan apostaría por defenderse y apelar al contraataque.

Nada de jugar de tú a tú. El juego de los de Massimilliano Allegri en el primer acto fue como una mano que va cerrando y cerrando sus dedos. Algunos proyectos de contrataque, con cierto peligro, pero lo importante era juntar las líneas, perjudicar la creación barcelonista, incomodar todo lo posible el fútbol de toque del Barça, regalándoles la posesión pero alejando el balón de Abbiati.

El triángulo Mexès-Zapata-Montolivo no permitía que XaviIniesta Messi marcaran la pauta. Pocas fisuras locales y balones largos apostando por la velocidad de Boateng El Shaarawy. El primero que probó fortuna fue Muntari, en un disparo lejano que se fue por encima de la meta de Valdés. Un disparo de fogueo para poner en estado de alerta a la defensa, aunque no hiciera falta porque Carles Puyol estaba a punto para frenar a El Shaarawy en una internada del italiano de ascendencia egipcia.

Un disparo colocado de Xavi a las manos de Abbiati en el minuto 25 fue la última reseña ofensiva de una primera parte que le salió bien al Milan, interrumpiendo todo intento de ataque del Barça. A Messi le iban frenando como fuera. A veces, jugándose y ganándose la amarilla, como le pasó a Phillippe Mexès. Pero sobre todo impidiendo que pudiera moverse con una mínima libertad. La noche milanesa se iba nublando para un Barça que no encontraba soluciones a la telaraña ‘rossonera’.

La historia de la segunda parte estaba cantada. Al Milan no le interesaba renunciar a su planteamiento. Debía seguir fiel al mismo para entorpecer a un Barça que no encontraba huecos ni tampoco los creaba. Solo cambió una cosa: los de Allegri presionaban más allá del centro del campo.

Los de Jordi Roura seguían sin salir del lío montado por los milanistas quienes, sin comerlo ni beberlo, se encontraron con un regalo inesperado. Fue a los once minutos de la reanudación. Un momento del partido en el que uno se pregunta para qué sirve tanto árbitro en estos partidos. Ni el escocés Thomson, ni su asistente de la banda ni tampoco el asistente de la línea de fondo vieron que, después de que Montolivo chutara una falta y hubiera un despeje, el central Zapata palmeó el balón con su brazo para que quedara muerto a los pies de Kevin Prince Boateng para que éste, desde la frontal, fusilara a Valdés.

Las protestas de los jugadores del Barça solo sirvieron para que Piqué viera una amarilla. El error ya se había consumado sin opción de apelación. Tocaba remar y Roura apostó por añadir pólvora o algo parecido. Para ello, retiró a Cesc y dio entrada a Alexis, en busca de su enésima oportunidad.

Seguía tronando -en sentido figurado- para el Barça. Y aún más cuando Puyol tuvo que ser atendido en la banda tras un choque con Pazzini. Vendaje espectacular para el capitán, quien vio ya en el campo cómo el propio Pazzini intentaba un remate a la media vuelta bien atajado por Valdés.

Messi seguía desaparecido. No fue su noche. Su único intento de gol fue un libre directo que ni se acercó entre los tres palos de Abbiati. El Milan complicaba cada vez más las cosas a un Barça sin ideas. Solo disparos lejanos, como el que probó Andrés Iniesta en el minuto 76 y que lamió el palo izquierdo de la meta milanista, muy parecido al de Boateng en la primera parte.

Porfía infructuosa, como un libre directo ejecutado por Xavi y que tampoco encontró portería. Fue la acción anterior al segundo mazazo de la noche. Esta vez, sin excusa alguna. Contraataque del Milan, el balón que llega a El Shaarawy, éste toca de primeras y Muntari, más solo que la una, no desaprovechó el servicio.

Euforia en San Siro por un triunfo que parecía exagerado. El Milan no merecía ganar por tanta diferencia, si bien es cierto que el Barça tampoco había hecho méritos para conseguir un resultado positivo. Los de Roura cayeron en la trampa de Allegri y, por mucho que Pedro reclamara un penalti por empujón de Constant y que Puyol buscara un remate marca de la casa, no había nada que hacer.

Los cinco minutos que Thomson añadió pudieron ser aún peores si Mascherano, que sustituyó al capitán, no llega a estar ahí para abortar otra contra milanista. Pedro reclamó otro empujón deMexès cuando éste saltó para despejar un balón, pero el árbitro no apreció nada.

Al final, un 2-0 que no permite al Barça lamerse las heridas. A Messi y compañía no les queda otra que pasar página y prepararse a fondo para que el 12 de marzo, al calor de un Camp Nou que debe ser el de las noches mágicas, se busque una nueva remontada. Toca remar y tener esperanza porque no todas las noches serán tan negras como la que se vivió este miércoles en Milán. Y este Barça tiene crédito para soñar con ello y mucho más.