Rápidos del río Apaporis, afluente del Amazonas que recorre una de las zonas con mayor biodiversidad y riqueza cultural del país. Foto: Eric Feferberg/AFP.
Agencia Unal
El Territorio Indígena Yaigojé Apaporis, una de las áreas más biodiversas de Colombia, enfrenta una crisis ambiental y cultural debido a la invasión de residuos plásticos, la contaminación por minería y la pérdida del equilibrio ancestral. Los pueblos Macuna, Tanimuca y Letuama, cuya cosmovisión se basa en la reciprocidad con la selva (donde ríos y árboles son seres con memoria), han visto alteradas sus prácticas por productos industriales que generan desechos no biodegradables y «aire enfermo».
Para responder a este desafío, el magíster Carlos Andrés Cáceres Chaves (UNAL) se internó durante seis meses en la comunidad Bocas del Pirá para desarrollar un modelo de «gestión ambiental intercultural».
Ejes de la Iniciativa
La metodología se centró en el diálogo de pares (abandonando las jerarquías entre «blancos» e «indígenas») y se apoyó en prácticas ancestrales:
El proceso incluyó cartografías participativas y la vivencia en ceremonias tradicionales (como el baile del chontaduro), donde el investigador comprendió que la «educación ambiental no se enseña en un aula sino en el cuerpo».
Se generaron dos documentos clave construidos colectivamente y ratificados por el Consejo Indígena del Yaigojé Apaporis (CITYA):
Establece un Comité de Manejo Ambiental local y protocolos internos para proteger recursos, consolidando el liderazgo de sabedores y mayoras como autoridades ambientales.
Articula la enseñanza formal con el calendario ecológico indígena, donde los niños aprenden a cuidar el territorio observando la naturaleza y escuchando las historias de los abuelos, convirtiendo el territorio en «contenido, método y sentido» de la educación.
Conclusión del Proyecto
El trabajo concluye que el cuidado del Yaigojé Apaporis no es solo un acto de conservación o limpieza de basura, sino el mantenimiento de las «relaciones de reciprocidad» que sostienen la vida. La iniciativa valida un modelo donde la ciencia occidental aprende a escuchar al conocimiento ancestral, fortaleciendo el autogobierno indígena frente a las presiones externas, y probando que la «selva se cuida mejor cuando la ciencia aprende a escuchar al conocimiento ancestral».
Integrantes de la comunidad de Bocas del Pirá durante uno de los talleres de diálogo intercultural sobre gestión ambiental y educación local. Foto: Carlos Cáceres, magíster en Estudios Amazónicos de la UNAL.