Destacadas, Editorial

EDITORIAL: WIKILEAKS EN ASILO

Wikileaks

Valiente la determinación adoptada por el Gobierno ecuatoriano, al brindar asilo político al periodista Julián Assange, quien logró poner  en «jaque» a los Estados Unidos, al divulgar miles de cables donde se descubre la acción intervencionista en diferentes partes del mundo.

 

El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, argumentó que Ecuador consideró que existen serios indicios de retaliación, que podrían poner en riesgo su seguridad y su vida. Existe «la certeza» de que es factible la extradición de Assange a un tercer país, y que de darse una extradición a los Estados Unidos él no tendría un juicio justo: «no es inverosímil» pensar en que sea expuesto a un trato cruel.

El canciller citó el artículo 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el que se reconoce el asilo como un derecho internacional del que puede disfrutar cualquier persona, fuera de su país de origen en caso de persecución política o para huir de las condiciones económicas o medioambientales. «En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo y a disfrutar de él, en cualquier país. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas», reza la carta de las Naciones Unidas.

Assange, al ser notificado del asilo, consideró que Ecuador actuó como un país digno, y aseguró que él es víctima de una persecución política orquestada desde Washington tras dar a conocer miles de documentos clasificados del Departamento de Estado sobre las guerras en Irak y Afganistán, y sobre las relaciones diplomáticas con otros países, percepción que es compartida por el Gobierno ecuatoriano.

Los británicos, que actúan como un apéndice de los Estados Unidos, han amenazado con violar la sede diplomática ecuatoriana para capturar a Julián Assange y extraditarlo de inmediato, para, finalmente, entregarlo al Gobierno norteamericano.

Es hora de que los países latinoamericanos expresen su solidaridad con la valiente determinación del Gobierno ecuatoriano, y rechacen las amenazas contra la dignidad de un país por refugiar a un perseguido político.

Latinoamérica debe unirse para defender un país que esta a punto de ser agredido por los británicos, acostumbrados a desarrollar acciones intervencionistas, como las realizadas con las Islas  Malvinas.

En Colombia, las autoridades no se han pronunciado sobre el tema, y están buscando pasar de «agache» frente a la crisis que se registra por no querer quedar mal con poderosos países, que buscan imponer a la fuerza sus condiciones aunque violen toda clase de normas y leyes internacionales.

Latinoamérica debe ser digna y libre. No podemos hacernos los de la «vista gorda», frente a la situación que vive el hermano país del Ecuador. Debemos ser solidarios, para que cuando necesitemos la solidaridad de nuestros vecinos podamos contar con ella.