La situación de crisis que vive la Justicia y la indignación de los colombianos por la actuación de un grupúsculo de congresistas y funcionarios del Gobierno, que elaboraron un esperpento denominado «reforma judicial», es la clara demostración de que se gobierna y se legisla en causa propia.
Mientras que los congresistas y altos funcionarios del Gobierno se blindaban, para que ni siquiera pueda ser posible acusarlos de algún delito o falta disciplinaria, la gente del común tiene que pagar largas condenas, como el colombiano desplazado que por el «carameleo» a que lo ha sometido Acción Social, se vio obligado a hurtar un cubo de caldo para poder despistar un poco el hambre y ahora tiene que pagar una larga condena.
El comportamiento del Congreso y los funcionarios del Gobierno nacional rebosó la copa, y la indignación crece a cada momento cuando se recuerda qué clase de representantes tenemos en el Legislativo, Ejecutivo y hasta Judicial, que quieren llenarse de prebendas como si las que actualmente tienen fueran pocas.
La indignación es un movimiento que por causas del abuso puede llegar lejos, incluso tomar medidas drásticas como se viene planteando, y, seguramente, se llegará a revocar al Congreso por su irresponsabilidad, cuando el 80 por ciento de los integrantes votaron a favor del esperpento que, sin lugar a dudas, consolidaría la impunidad en Colombia.
Es bueno para la salud de todos que den la cara, que expliquen al país qué pasó, cómo se hizo, por qué se hizo y, sobre todo, que se conozcan los motivos y los autores materiales e intelectuales del golpe de Estado que se pretendía dar a la Justicia.
En las redes sociales, las universidades, los sindicatos, las empresas, la industria, tanto en el campo como en la ciudad el asombro es total. Nunca pasó por la mente que el abuso del poder llegara a los límites que hoy nos ratifican a nivel internacional como los parias de la humanidad, por la acción de unos cuantos endiosados por tener poder político.
Es hora de corregir todos los adefesios que se han realizado por los mal llamados «padres de la patria», que, sin lugar a dudas, legislan, en su inmensa mayoría, en causa propia y se olvidan de la situación de miseria, hambre y muerte que vive el pueblo colombiano.
Basta de contemplaciones y engaños, es la hora de revocar, primero, el esperpento jurídico llamado pomposamente «reforma a la Justicia»; y luego, buscar que los autores del hecho paguen por su comportamiento. Por ello ratificamos lo expuesto en un editorial anterior, donde planteamos con toda claridad las causas y motivos de una revocatoria del Congreso.
En este momento de crisis la responsabilidad es de todos. Unos, explicando, y la mayoría de colombianos exigiendo correctivos, para que en nuestro país no se repita esta clase de mega escándalos de corrupción.
Revocatoria para el Congreso ya!