El juego de la seducción
Luz Andrea Jaramillo Losada
Psicóloga-Terapeuta Sexual
Especial para Primicia
Twitter: @Lajaramillol
Regularmente estamos en contacto con muchas persona, en la calle, en el banco, en el trabajo, en la universidad; considero que en muchas oportunidades nos hemos planteado el interrogante de ¿Por qué, si vemos a tantas personas, solo una o dos nos llaman la atención, y no todo aquel que conocemos?. ¿Qué será lo que determina este particular acontecimiento?. Bueno, tal vez aquí sea necesario apoyarnos en un concepto desarrollado por uno de los investigadores más importantes en el campo de la sexología, John Money, quien define esta situación como el “Mapa del amor” (Love Maps). Sencillamente esta atracción es una construcción mental individual que guía nuestro comportamiento erótico, son un conjunto de características que cada quien considera deseables y que identifica en el que se convierte en objeto de deseo, pues nuestro mapa del amor lo que hace es seleccionar a las personas que cumplen con ciertas características que a primera vista creemos que coincide, y comenzamos a entablar todo un ritual de SEDUCCION para obtener más información de esa persona y llegar así a un encuentro cercano.
Todas las especies tenemos un estilo particular de conquistar a nuestra pareja, en los seres humanos de llama seducción, y en los animales es el cortejo, sin embargo todos persiguen el mismo fin, el encuentro erótico sexual que conlleva a la reproducción. Cuando seducimos, se persiguen fines puntuales, ya sea una relación estable, amorosa, una aventura o simplemente se hace por la necesidad de ayuda de confirmar propia capacidad de conquista y sostener así la autoestima. Esta seducción pone en peligro a la víctima de quien seduce, pues sin darse cuenta entra en un juego que solo quien está conquistando sabe manejar, pues aquel que juega a seducir a alguien le da a entender que le va a dar más pero sin hacerlo realmente, todo esto funciona psicológicamente, pues se goza de la atención de los demás, el sentirse deseado, cautivar y obtener miradas, confirma el atractivo físico y erótico de quien seduce, que en su mayoría son personas que no se convencen de sus propios valores sensuales, y necesitan confirmación permanente por medio de la mirada deseante de los demás pero que nuca satisfacen porque está inmerso un gran temor al compromiso y la entrega. En este caso, son aquellas personas que cuando están en un sitio publico parecen un ventilador, giran y giran la cabeza de lado a lado, inspeccionando con la mirada un posible objetivo a quien cautivar, dejando de lado los escrúpulos de su cultura, y adentrándose en un paralelo que lo envuelve mágicamente propendiendo por la atención de un o una desconocida que puede ayudarle a encontrar su autoestima, la búsqueda de aceptación por parte del otro es una autoflagelación que siempre deja a alguien solo sin valores ni pareja.
El principal ingrediente que se utiliza en el juego de la seducción es el erotismo; aunque no todas las personas son capaces de seducir con la misma pasión o intensidad que otros, cada quien hace uso de su experiencia para perfeccionar habilidades innatas. Para eso la persona ha experimentado y ha escogido el más efectivo, encontramos entonces el tono de la voz, la mirada, la postura corporal, el sentido del humor en fin, una cantidad de recursos que varían dependiendo el jugador. Otros seducen con la indiferencia. Cuando la seducción funciona hay una reciprocidad de parte del otro.
Según Helen Fischer, reconocida antropóloga norteamericana, la seducción posee 5 fases, que han sido estudiadas en diferentes culturas y variadas especies. La primera fase es la de “llamar la atención”, cada quien implementa estrategias características de cada género y contexto, en los varones es más común ver que lo material prima, pues usar ropa de marca e invitar a lugares costosos es una clara muestra de capacidad adquisitiva, en las mujeres el vestir cuidadosamente es una muestra de cuidado personal e interés por el buen gusto, en este primer acercamiento las personas se juegan el todo por el todo, pues hay quien dice que cuando vamos a seducir solo tenemos una oportunidad. La segunda fase es la de “reconocimiento”, y aquí entra en juego el mapa del amor, que describí anteriormente, también se hace un primer contacto, un cruce de miradas, que en mi ámbito es llamada “mirada copulatoria”, en donde se trata de identificar aspectos intrínsecos de personalidad y una reciprocidad del otro; la tercera fase es la “charla de enamorados”, en donde se espera confirmar el atractivo visto al otro, esta charla es llevada mediante una triada fundamental, mirada, sonrisa y voz. La fase cuatro “contacto físico”, es la expresión más arriesgada en busca de un mayor contacto sexual, hay roces casuales y el tan esperado beso, que define la química o interés erótico, ya que es un productor de cómo puede evolucionar la relación; y última fase “sincronía corporal”, en la que los movimientos corporales son rítmicos, “danza del cortejo”.´
En este punto es importante diferenciar la seducción del cortejo, ya que este último es con fines sexuales y reproductivos que viene programado genéticamente, esta es una dimensión ligada a la bioquímica. También encontramos la dimensión psíquica individual, son aquellos modelos aprendidos culturalmente, guiados por nuestras preferencias sexuales, autoestima y habilidades sociales. El cortejo es un fenómeno del reino animal, mientras que la seducción es propia del ser humano. La autoestima hace parte de la seducción estratégica, si nuestra autoestima es fuerte podremos identificar nuestras mejores virtudes, desarrollarlas y ponerlas en práctica, en cambio si la autoestima es baja vamos a jerarquizar los aspectos negativos minimizando las virtudes y así tomaremos una imagen negativa.
Los aspectos físicos que son heredados como la voz, la altura, el color de los ojos son considerados variables en cada cultura y época, la belleza es una construcción social, una persona que hoy es considerada bella, tres siglos atrás hubiese sido catalogada como fea. En cambio aquellos aspectos aprendidos o rasgos de personalidad como la autoafirmación, sentido del humor, simpatía o inteligencia, constituyes un estilo personal que se ha perfeccionado en la conquista, es el caso de las palabras o piropos.
La seducción no es un arte fácil, no se puede determinar con que finalidad la utilizamos, pero es muy cierto que para hacerlo se necesita de una atracción sexual que nos empuja a seducir a alguien, una buena autoestima para atrevernos a usar los recursos que poseemos sin importar la falencias físicas, un rompimiento de esquemas de nuestra cultura para poder ser libres y actuar bajo las ordenes del deseo, y un gusto por la adrenalina que se despliega al atrevernos y arriesgarnos a conquistar antes de que nos conquisten. Buen día.
La seducción es lo máximo