Internacional

HAITI ANTES DEL TERREMOTO

Palacio Nacional de Haití, devastado por el terremoto en 2010

Nicolás Ramón Contreras Hernández

Especial para Primicia

Antes del terremoto y ahora en el desarrollo de las consecuencias de esta calamidad, las grandes y pequeñas empresas comercializadoras de la información, han señalado una y otra vez a Haití- nación que ocupa el occidente de la Isla de la Española y que en lengua Taina significa La Tierra Bonita– como el país más pobre del continente americano,  donde la gente para alimentarse recurre a la fabricación, comercialización y consumo de unas galletas hechas de lodo y otros ingredientes como la margarina, pero curiosamente desde BBC, CNN y su kombo, se les ha “pasado por alto” explicarle a sus consumidores mediáticos, qué asó para que la nación que patrocinara las tres campañas militares de liberación de Simón Bolívar,(y Sebastián Francisco de Miranda),  se convirtiera en ejemplo del desastre total: desde la vida político administrativa hasta los más recientes calamidades naturales.

Y allí donde la Ciencia – o la información –  es ciega, sorda y muda en explicaciones, no han tardado algunos pastores de los credos cristianos, evangélicos y católicos, en explicar que todo se debe a un castigo divino, porque Haití es la cuna de la “magia negra” – cómo si existiera color en la magia y sus lógicas – y de cultos satánicos como el Vudú –  otro de los sincretismos de fe entre el catolicismo y los panteones politeístas africanos, que en nada difieren de Grecia o Roma, como tampoco del santoral católico tradicional que permitió además la supervivencia al sur de Pensilvania, de la santería, el candomblé o el culto a María Lionza, que tanto adoran los culebrones hechos en Miami o en la Venezuela de la IV república.

Sin embargo para mí la tragedia implica una feria tragicómica de paradojas: de la desinformación, del tape tape y la hipocresía, donde salta a la vista crítica y tristemente, la necesidad de una tragedia, para que “los países bolivarianos” – incluyendo a Panamá que su asume gringolano–  recuerden esa deuda histórica llena de egregias traiciones, con el país que patrocinó con hombres, oro y armas las expediciones que permitieron hoy la existencia de dichos estados, que por cierto desde el año anterior, festejan con toda la pompa, doscientos años de una primera independencia que muy pocos poseen,  naciones en las cuales, decidieron con mañita, ir excluyendo de los libros de historia el apoyo haitiano, en un movimiento sincronizado como la técnica de Maturana – célebre estratega del fútbol colombiano- para dejar al atacante metido en fuera de lugar.

Por ello los primeros pasos de los criollos Bolívar, Santander, Páez y Montilla, fue aprovechar al máximo los errores y reclamos de los líderes pardos o negros, incluso el reclamo del almirante Padilla desde Cartagena cuando desde Bogotá llega una orden de disolver la armada victoriosa del Lago de Maracaibo y capitalizarlos en los fusilamientos por “traición a la patria e insubordinación” contra Piar y Padilla, que no se hacen esperar en la fría y andina Bogotá.

Desde Bogotá por cierto,  se comandan los festejo del bicentenario de una independencia cedida a países como Estados Unidos – armada principal invitada a dichas efemérides – a los cuales debieron por aquellos tiempos Padilla, Brion y Piar combatir con éxito en el mar, capturando o destruyéndole navíos de guerra, que patrocinaron varios esfuerzo de reconquista española, bloqueo de puertos y abastecimientos de armas, hasta que en el Golfo de Morrosquillo en 1822 – entre San Antero y la Caimanera- la flota Española desde Portobello sufra una contundente destrucción naval por el almirante Padilla, quien recibirá como anoté antes,  de la clase dirigente criolla como premio, el fusilamiento y la degradación.

Parecería contradictorio que Bolívar, el mismo que “implora por la libertad de los esclavos como implora por su vida”, en el Congreso de Angostura a principios de la década del 20 en el siglo XIX, sea el mismo Bolívar que le pide a Santander en una correspondencia muy confidencial, la necesidad de enviar más esclavos y pardos como carne de cañón para igualar las cargas poblacionales de las futuras repúblicas, en los frentes de batalla donde esta pardocracia en el mejor de los casos como sucede con el zambo Rondón, el héroe del Pantano de Vargas y otros lances de bravura llanera, sean blanqueados por una historia que no fuera posible sin la savia negra que hace albicar el azúcar.

Estados Unidos, asumiendo papel de policía continental interviene en Haití, so pretexto de llevar el orden, se adueña – léase atraca – los ingresos fiscales y de aduana de Haití, que luego pasarán al FMI, instala una dinastía sanguinaria de dictadores como los Duvalier, o golpistasdesechables al gusto como Roul Cedrás; e incluso con agentes de la CIA haitianos, derrocará y expatriará a presidentes que intentaron tomar decisiones como Jean Bertrand Aristide, empleando el mismo libreto en parte,  en el golpe de esatado contra Manuel Zelaya.

Por eso no es de extrañar que sea USA quien incremente su presencia en la isla de 1.000 a 10.000 efectivos, sea quien dé las órdenes sobre un caos que ellos ayudaron a crear con anterioridad. No es de extrañar que la conciencia le remuerda a Francia y por ello, propongan condonar una deuda, que más bien debiera ser resarcida porque en realidad aún constituye un boleteo refinado. No es de extrañar que los herederos de Santander, Bolívar y su kombo, y sobre todo sus pueblos le retribuyan un ápice al antiquísimo y valioso, ejemplo solidario libertario haitiano, que sus héroes oficiales traicionaron en el pasado.

No sorprende que Annouil, intelectual crítico de la ocupación norteamericana, haya sido asesinado en medio de este barullo, controlado por la US Army y la US Navy.  Y menos entrañable aún, que las grandes empresas manipuladoras de la información traten de ignorar la presencia cubana temprana y solidaria de venezolanos y del ALBA, y que haya escuálidos en Venezuela que critiquen la solidaridad de Hugo Chávez, “el demonio mediático” que ellos construyen día a día con entusiasmo.

Los habitantes de Haití todavía viven en la intemperie y en carpas deterioradas por el uso