Columnistas

LA LOCURA BOGOTANA ESTA DE CLÍNICA

Fred Emiro Núñez Cruz

Especial para Primicia

 

Cada día que pasa en la antigua Atenas suramericana es una tortura, locura, páginas de mal genio y para completar el mapa vial tiene tantos embelecos como torpezas en las incomprensibles rutas ingeniadas por los magos de transito que saben  del tema como este servidor de arquitectura, absolutamente nada.

Los huecos de las calles, auténticos cráteres, inconclusas obras, el retorno de los raponeros, atracadores por doquier, el caos del transporte, andenes invadidos por vendedores ambulantes con mil cosas más que deseamos pasen al olvido rápidamente, son factores relevantes que tienen a los habitantes de Bogotá a punto de internarse en clínicas y hospitales víctimas del estrés. No es para menos, hasta para la mínima gestión o diligencia se requiere de dos a tres horas; lógico que quienes no vacilan en tildar al alcalde Petro de inepto están totalmente equivocados, todo lo anterior es la herencia del funesto Samuel Moreno Rojas, gran pensante en el bolsillo propio y el responsable absoluto, con su séquito mortal, de la hecatombe capitalina.

Gustavo Petro, acaba de llegar, no ha tenido el tiempo suficiente para maniobrar en favor de la ciudad, es tal la encrucijada que encontró pero que enredó con su mal casada pelea, aún más, con el estamento que no desea verlo como alcalde. ¿Qué tal si le dan la oportunidad que ejerza, para poderlo evaluar? Liberales, conservadores y de otras corrientes políticas, la historia no miente, le fallaron a la urbe y hoy se pavonean olvidando el pasado, inventario administrativo que muchos no olvidamos. ¿Entonces por qué mirar la paja en el ojo ajeno, sin reparar en la viga propia? Ni el mago de oz, tampoco mandrake hubieran cambiado ésta historia en tres meses; que cogieron la administración con los pantalones caídos en el paro de transmilenio, sí, pero por un solo acto no podemos sopesar una gestión que comienza. La intolerancia es cómplice de los que hablan mucho, los votantes lo eligieron, izquierdista o no, revolucionario o no, ex guerrillero o no, sobrador o no, antipático o no el pueblo se merece sus gobernantes, no importa que para muchos la película sea cruel, fue electo bajo la legalidad de la democracia.

Ahora bien, queda demostrado que cuando no se pertenece a la tradición existe discriminación política; otra cosa son los conflictos de polistas y verdes frente al burgomaestre, o viceversa, asunto que Petro de resolver con sabiduría antes que naufrague en un barco que tiene tripulantes asociales como el secretario de educación, aberrante con su filosofía barata de la educación sexual, también de administraciones precedentes, o quedar petrificado e inmóvil ante un reto que apenas inicia. Obvio, debo reconocer que la brújula y carta de navegación no apuntan a un horizonte despejado, ahí ya tiene validez el reclamo de gran parte de los rolos y bogotanos por convicción. Con respeto, queremos verlo gobernar ya; como dirían sus adeptos “vamos camarada” o de un paso al costado, digo yo, una acción a tiempo también le lleva a la imortalidad.