A Polo se recuerda con alegria y sin llanto.
Texto y fotos
Lázaro David Najarro Pujol
Prensa Latina en Camagüey
Especial para Primicia
En la comunidad de Las Terrazas, en plena Sierra del Rosario, una sencilla vivienda es visitada cada día por decenas de personas procedentes de diversas partes del mundo: se trata de la casa del fallecido cantautor Polo Montañez.
El inmueble, devenido museo, está ubicado en la ribera de un lago artificial en esa comunidad de la occidental provincia de Artemisa, a sólo 70 kilómetros al oeste de la capital cubana.
El también conocido Guajiro Natural llegó a convertirse en el cantautor más venerado por el público cubano al final de la década del noventa y principios del 2000 y amado asimismo por sus seguidores en la república de Colombia.
Su música ocupaba los espacios estelares de la radio y la televisión cubanas, en incluso formaba parte de la discoteca personal de los jóvenes de la isla que lo veneraban.
Pero el 26 de noviembre de 2002, falleció víctima de un accidente de tránsito, con sólo 47 años de edad, justo en la cúspide de una carrera profesional corta, pero casi sin precedentes.
La casa museo ya forma parte del Complejo Turístico Las Terrazas, en una comunidad que se aplica un proyecto de economía rural sostenible, basado en la explotación turística racional de las riquezas naturales y mejoramiento de la calidad de vida de sus pobladores, donde el paisaje circundante y esa grandiosidad de la naturaleza atrapa al visitante .
Quienes visiten la casa de Polo Montañez, quien solo había podido grabar dos producciones discográficas, podrán apreciar entre otras valiosas reliquias los discos de oro y platino obtenidos por el intérprete autodidacta, premios suficientes para convertirlo en memoria indiscutible dentro de la música popular del país, al ser el único cubano en merecerlos con su primer disco, el álbum titulado Guajiro Natural.
También están como hermosos símbolos el emblemático sombrero blanco de Polo y su guitarra, los cuales inmortalizan la presencia del artista.
Se suman otros objetos personales y distinciones del también Hijo Ilustre de Colombia. Todo parece indicar que Polo está allí en su hogar dispuesto a empuñar su guitarra e interpretarnos algunas de sus bellas melodías.
Polo expresaba su apego a la comunidad que desde pequeño recorría maravillado de aquel mosaico ecológico de gran diversidad y riqueza, donde residen alrededor de 900 habitantes. Vivía enamorado de las bellezas naturales de la Sierra del Rosario, una de las seis reservas de la biosfera de Cuba.
En el sitio, en el siglo XIX, franceses, españoles y criollos emprendieron el desarrollo cafetalero de la zona. Actualmente se puede observar la diversidad de ruinas de antiguas plantaciones situadas en el entorno.
En la Sierra del Rosario y en las Terrazas se inspiraba para componer decenas de canciones que llegaron a atraer los corazones de millones de cubanos y latinoamericanos. A Polo nunca se le recordará con llanto, sino con la alegría que contenía la mayoría de sus canciones.
Porque así es a decir de José Martí: «…Donde lucía el castellano como un rió nuestro, sosegado y puro, con centelleos de luz tranquila, de entre el ramaje de los árboles y la mansa corriente recargada de flores frescas y de frutos gustosos».
A la música, Polo aplicó la sabía del apóstol de la independencia de Cuba: «Para que exista una nueva literatura debía existir un paisaje, unas circunstancias y una forma de ser peculiar en los hombres que allí habitan».
¡Qué compositor no se ha inspirado una y otra vez para llevar a su música el hermoso salto de agua de las Terrazas! Todo allí está reflejado en las canciones del cantautor Polo Montañez o Fernando Borrego Linares, su verdadero nombre.
Interior de la Casa Museo de Polo Montañez
Los visitantes se toman fotos con el hermano de Polo Montañez
La inmortalidad se recuerda con alegría, no como equivocadamente lo hacemos con llanto
Desacuerdo.
Polo SOS grande de verdad lo digo por que te conocí amorsote te amamos todos tus paisanos .te recordamos hoy y siempre.
Tiene mucha razón Doris Patricia, a Polo se le recuerda sin llantos, aunque si con la nostalgia de haber perdido a un gran trovador de las campiñas y las ciudades cubanas.