Por: Nicolás Rojas Holguín
Coordinador de deportes
Sir Alex Ferguson ha sido, seguramente, la figura más influyente en la vida deportiva de Cristiano Ronaldo. Fue el técnico que apostó por él cuando apenas había jugado una temporada en la élite -31 partidos y cinco goles con el Sporting de Portugal- para construir alrededor de su figura el segundo gran Manchester United de su longevo reinado.
El hombre que guió sus primeros pasos en el tremendamente competitivo fútbol inglés. El segundo padre -el natural, José Dinis, falleció en 2005- que le protegió contra todo y contra todos cuando Cristiano tuvo problemas en Inglaterra, en especial tras el incidente con Wayne Rooney en el Mundial de Alemania 2006.
Ferguson fichó a Ronaldo en 2003. La leyenda cuenta que fue tras un amistoso entre el Sporting y el United con motivo de la inauguración del nuevo José Alvalade. Ese día, Cristiano volvió literalmente loca a la defensa inglesa, gol incluido, y tanto el técnico como David Gill, entonces director general del club inglés, quedaron hipnotizados por el joven extremo. Pero, en realidad, el trato estaba cerrado desde la noche anterior.
Ferguson lo acordó con Jorge Mendes y el Sporting, que recibió 12 millones de libras. El traspaso se vio favorecido por el acuerdo de colaboración entre ambos clubes, firmado a instancias de Carlos Queiroz, segundo de ‘Fergie’ desde el año anterior.
Cristiano viajó a Manchester, creyendo que iba a pasar reconocimiento, visitar las instalaciones y firmar su nuevo contrato, antes de volver a Lisboa para seguir un año en el Sporting como cedido. Pero Sir Alex tenía otros planes. Le dio la camiseta con el ‘7’ de Beckham (y de Cantona o Best) y le puso a jugar en el primer partido de Premier, ante el Bolton. Salió quince minutos y dio tres asistencias.
Desde ese momento, Cristiano se convirtió en uno de los favoritos de la grada de Old Trafford. A veces se le reprochaba su exceso de individualismo y, los rivales, cierta facilidad para ir al suelo. Pero Sir Alex y sus compañeros nunca dudaron de la calidad del «chico portugués». Pese a que en su primer año sólo ganaron la FA Cup -con una destacadísima actuación de CR-, en el segundo se quedaron en blanco y en el tercero llegó la Carling. Caza menor.
Ferguson reunió a Rooney con Cristiano y decidió construir en torno a ellos su nuevo imperio. En la cuarta temporada del luso, el Manchester United reconquistó la Premier. Ronaldo por fin superó los 15 goles -anotó 23-, la cifra con la que Ferguson le picaba temporada tras temporada para tratar de enriquecer su catálogo ofensivo. El escocés sabía que el futbolista podía ser algo más que un magnífico asistente desde la banda derecha. El título llegó, además, después de que Cristiano superase una brutal campaña mediática en contra por su presunta implicación en la expulsión de Rooney en el Portugal-Inglaterra de cuartos de final del Mundial de Alemania.
La temporada siguiente, 2007-08, fue la de su consagración absoluta. Anotó 42 goles, un registro impensable para un extremo, y lideró a su equipo a la conquista de la Premier y la Champions, tercera en el palmarés del United. El año natural acabó con la obtención del Balón de Oro y el FIFA World Player, los dos galardones más importantes en el mundo del fútbol a nivel individual.
En la última temporada de Cristiano, Ferguson soñó con un United que conquistara todos los títulos en juego. Obtuvo cuatro, entre ellos la tercera Premier League consecutiva, pero cayó en la final de la Champions disputada en Roma ante el Barcelona de Pep Guardiola y Leo Messi. Tras el partido, Cristiano decidió que su etapa en Old Trafford había terminado. Dos semanas después, el United anunciaba en su web que había recibido «una oferta incondicional y de récord mundial» de 80 millones de libras del Real Madrid por el jugador. Cristiano y Sir Alex separaban sus caminos tras seis años de convivencia y éxito.