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LA MAYOR DEFRAUDACIÓN


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LA MAYOR DEFRAUDACIÓN

Definitivamente a cada instante se descubren nuevos hechos y nuevos protagonistas del escándalo de corrupción más grande de la historia de Bogotá. Los montos de la billonaria defraudación, que no han podido ser establecidos, también siguen creciendo como espuma.

Los hechos no paran en una o dos dependencias del Gobierno distrital. El escándalo y las irregularidades se cometieron en todas las dependencias, y los involucrados no solamente serían los hermanos Moreno Rojas (el exalcalde y el exsenador), sino los concejales, los miembros del gabinete, un sinnúmero de funcionarios y particulares.

Los expedientes son múltiples, las autoridades no dan abasto con la serie de investigaciones que se están abriendo a cada momento, y los cientos de  pruebas que están presentando algunos de los autores de la defraudación con el propósito de ganar beneficios judiciales.

Ahora, según algunos de los sindicados, el «carrusel de la contratación»  funciona desde hace años, mucho antes de la fatídica Administración de Samuel Moreno Rojas. Las autoridades judiciales, por lo tanto, tienen bastante material para llegar al fondo de este caso, en el que  la corrupción reinó por encima de todo.

Las universidades, especialmente en las Facultades de Derecho ya han adoptado el modelo para analizar en detalle hasta dónde puede llegar la corrupción y la comisión  de toda clase de delitos. Los futuros profesionales están siendo ilustrados con detalles sobre cómo la mafia puede reinar en una ciudad como Bogotá.

A pesar de que muchos de los autores de la defraudación más grande de la historia de Bogotá se encuentran en la cárcel, muchos otros andan tranquilos y campantes y disfruta del dinero mal habido. Es por ello que se  han solicitado resultados por parte de las autoridades, para que los bandidos paguen los delitos cometidos, y que sea un ejemplo para la ciudadanía el castigo respectivo, por haber atentado contra la ciudadanía al apoderarse de los recursos destinados para atender la salud, educación, vivienda, entre otros rubros afectados por los cacos.

Es hora de que las nuevas generaciones conozcan la drasticidad de la justicia, para evitar que se emule a los delincuentes mafiosos que se apoderan de los bienes de todos. Hay que sepultar de una vez por todas la  corruptela que ha permeado todos los estamentos de la sociedad.

Bogotá tiene que dar un ejemplo al país y al mundo sobre cómo puede reconstruirse moralmente, como el Ave Fénix. Hay que llegar al fondo, tomar las medidas necesarias y confiar, con las acciones futuras, que no se  repetirá la «horrible noche» que nos tocó vivir por acción de unos cuantos delincuentes, que han demostrado hasta la saciedad que no tienen arrepentimiento alguno, y que por ello han sido reacios a devolver el dinero sustraído.

Bogotá debe ser administrada por gente pulcra y honesta, no por delincuentes que solo piensan en las riquezas a costa de la vida de los ciudadanos. Hay que concluir con este escándalo «de nunca acabar», donde se cometió la mayor defraudación a todos los habitantes de Bogotá.