Cada día los colombianos sentimos vergüenza ajena por el comportamiento de los llamados «dirigentes», en todos los niveles de la sociedad.

Ahora, la moda los ha llevado a atacarse los unos a los otros, como un simple programa de televisión para poder sintonizarse ante el rechazo de los colombianos honestos y trabajadores contra ellos.

Es hora de que quienes ostentaron el poder y fracasaron, al incumplir cada una de las promesas hechas en campaña política, den un paso al costado y dejen que las nuevas generaciones asuman las responsabilidades históricas que les corresponden, para que no se perpetúe el poder en unas cuantas rancias familias.

Hoy por hoy, Colombia se ha vuelto el hazmerreír del planeta por las desafortunadas actuaciones de quienes han gobernado. Pero en el ámbito diplomático es más grave todavía, por cuanto ya se menciona que el manejo está totalmente fuera de control, como en el caso de Nicaragua, país que hasta hace poco era calificado como una república bananera, pero con el manejo pulcro de su diplomacia ha logrado derrotar en los tribunales internacionales a los gobernantes colombianos, dándoles una lección a los burócratas interesados solamente en los mega honorarios que reciben por sufrir derrotas en serie.

Colombia debe asumir con seriedad los temas de mayor impacto para el país, como son la paz y los derechos de todos, abordando temas con la participación de todos los estamentos que nos permitan visualizar soluciones a la problemática que se produce.

Es hora de que los colombianos que en buena parte tenemos culpabilidad  por escoger a los menos capaces para desempeñarse como gobernantes o representantes ante las corporaciones públicas. Por eso, llegó el momento de seleccionar con lupa a quienes deben ocupar los cargos de comando, para evitar el lamentable espectáculo que nos ofrecen los expresidentes, en su mayoría viudos de poder. Salgamos ya la de «Patria Boba», a la que nos han devuelto los pésimos exgobernantes.