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NOTA EDITORIAL

EditorialEl peor crimen contra Bogotá

La defraudación más grande en la historia de Colombia es el saqueo realizado a las arcas de los bogotanos, por un cartel de delincuentes que tomó por asalto los dineros públicos.

Todas las dependencias de la Administración distrital estuvieron en manos de la mafia, que se apoderó de los recursos destinados a la educación, vivienda, salud, entre otros programas a favor de las clases más vulnerables.

Los delincuentes no tuvieron problema en apoderase de los recursos, y por falta de ellos en Bogotá muchos ciudadanos perdieron sus vidas.

Se trata del peor crimen cometido contra una población de nueve millones de habitantes, donde además el riesgo no ha pasado por cuanto algunas obras que ejecutaron los llamados integrantes del «cartel de la contratación» quedaron en pésimas condiciones.

Los políticos comprometidos con la defraudación histórica fueron unos mensajeros de la mafia, que se tomó por asalto a Bogotá, tal como lo denunció oportunamente el valiente fiscal Germán Pabón Gómez, quien inició el proceso que todos los días nos entrega mayores sorpresas, y por el cual hemos perdido cualquier capacidad de asombro. Pabón Gómez, como se recordará, recibió presiones indebidas para cesar el proceso contra reconocidos políticos que realizaban prácticas delincuenciales.

Ahora la Fiscalía, a cargo del jurista Eduardo Montealegre, está cumpliendo un papel determinante por cuanto ha abordado la investigación de manera seria. Tiene un personal conocedor de la contratación, y es por ello que a diario se conocen más irregularidades. De seguir la tarea como la está haciendo la Fiscalía, seguramente los habitantes de Bogotá vamos a conocer en detalle la lista total de los delincuentes que cometieron el robo más grande de la historia en Colombia.

Los medios de comunicación, comprometidos con la moralidad del país, vamos a informar y denunciar cada uno de los acontecimientos irregulares protagonizados por una mafia que no tuvo la vergüenza de actuar como actuó, sin importarle la suerte de la ciudadanía.

Es hora de que la misma ciudadanía tome cartas en el asunto y no permita que por la compra de su voto lleguen a las corporaciones públicas y los cargos de  elección popular verdaderos delincuentes, que tienen como único objetivo defraudar los recursos de todos.

Celebramos que el actual Gobierno de Bogotá esté  realizando un inventario total de la Administración distrital en busca de todas las irregularidades cometidas durante el poder que ejerció la mafia, para colaborar con las investigaciones que adelantan las autoridades competentes.

El crimen cometido contra Bogotá debe pagarse con cárcel, y, sobre todo, con la recuperación de los dineros públicos que algunos mafiosos derrocharon a manos llenas, mientras los habitantes más pobres de Bogotá hasta sus vidas perdieron.