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NOTA EDITORIAL: LA VIOLENCIA EN EL DEPORTE

Editorial11

La violencia en el deporte

La sociedad colombiana está enferma. Prueba de ello son  los hechos de sangre que semanalmente protagonizan los hinchas de los diversos equipos  de fútbol.

Varios hinchas han perdido la vida por el solo hecho de portar una camiseta de algún equipo. Lo sucedido en Bogotá, Cali, Medellín, entre otras ciudades, es un campanazo para evitar que la sangre sea la única forma de celebrar triunfos o derrotas.

La violencia, que salió de los estadios a las calles, lejos de ser controlada se ha incrementado, y la culpa es de todos. La dirigencia deportiva por permitir, y, en muchos casos, promover las mal llamadas «barras bravas». Incluso, algún presidente de Millonarios buscó el apoyo político de las tales «barras bravas», al suministrarles  boletas y dinero en efectivo, que gastaban en la compra de drogas y armas.

Los jóvenes que hacen parte de esta generación, que imita comportamientos ya registrados en otros lugares del mundo, no miden las consecuencias de sus actos. La utilización de las redes sociales ha sido el combustible para generar la violencia.

Aquí, en Colombia, cada vez que sucede un caso que deja pérdida de vidas humanas, se lamenta; y se culpabilizan de los unos a los otros, pero a la semana siguiente se olvida todo y se repiten con frecuencia esa clase de hechos salvajes.

Acaso, ¿no conocimos cuándo se inició la violencia de los hinchas, especialmente en Alemania, donde ya daba terror asistir a un estadio? Hoy Alemania ha podido superar esa vergüenza, porque toda la sociedad, incluyendo a sus autoridades, actuó pronto y de manera efectiva a través de la educación.

Es hora de que el Gobierno colombiano, la dirigencia deportiva y demás sectores involucrados tomen medidas efectivas, como controlar el ingreso de los hinchas a los estadios. Realizar campañas educativas para rechazar la violencia, y, sobre todo, desde las aulas escolares buscar que el comportamiento sea acorde con las buenas costumbres.

Colombia ha sufrido ya bastante con la violencia política. Llevamos más de medio siglo desangrándonos entre hermanos como para llegar a esta época y trasladar el baño de sangre por preferencias de algunos equipos de fútbol.

Los colombianos y los hinchas de los equipos apoyamos un deporte limpio, lleno de esfuerzo, sacrificio y, sobre todo, preparado para el triunfo. Las celebraciones deben hacerse civilizadamente, no como ocurre hoy en día, que para celebrar la juventud, previamente, consume licor o drogas, lo cual los  lleva a cometer toda clase de hechos violentos.

El deporte debe ser un camino para la paz. Los hinchas deben cambiar su comportamiento por la grandeza de Colombia.