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NOTA EDITORIAL: UN REGALO SIN PRECEDENTES

 

EditorialUn regalo sin precedentes

Colombia atraviesa por una crisis en todos los sectores, que va desde la económica y política hasta la social, de ética, entre otras; y por ello, buena parte de la población afronta índices de miseria que no tienen otros países. Sin embargo, el Gobierno, en un acto de generosidad sin límites, decide bajarle impuestos a las multinacionales petroleras y mineras, que, además, nos están dejando sin recursos y con graves problemas ambientales; y de un solo tajo les perdonó el pago de 2 billones de pesos.

 

Esta situación contrasta de modo desigual con los contribuyentes nacionales, que día a día pagamos los incrementos de los impuestos, que tienen como propósito pagar las costosas nóminas oficiales, y destinar los recursos para la realización de «obras» que nunca llegan a cubrir las necesidades de la comunidad.

 

Es bueno tener como aliados a los empresarios nacionales e internacionales para que inviertan en el país, pero condonarles los impuestos cuando nos están dejando en la miseria es inadmisible. Por ello, un grupo de valientes congresistas anunció una demanda para que las autoridades judiciales intervengan y no permitan que los paupérrimos impuestos que tienen que pagar sean evadidos por acción de los gobernantes.

 

Es hora de ponerle punto final a toda clase de atropellos contra el pueblo colombiano. Es hora de negociar las concesiones de manera transparente y pública, no por debajo de la mesa, como se ha hecho en las últimas renovaciones con las mismas multinacionales que tienen a las comunidades donde operan en la peor de las miserias.

Es necesario y urgente que las autoridades en materia de minas y petróleos, rindan un informe veraz y objetivo de lo que están haciendo, y que de una vez por todas se establezca si están para defender los intereses de Colombia o los intereses de esas multinacionales, como ha ocurrido en nuestro país hasta hoy.

Los colombianos exigimos y solicitamos que no se busquen formas de interpretar las leyes para premiar, sin merecerse, a los grandes capitales, mientras que la gente humilde y necesitada de este país termina pagando la generosidad de algunos funcionarios, que, cuando terminan su labor oficial, tienen asegurados grandes cargos en las multinacionales, como ha sucedido con quienes adjudicaron en el pasado la explotación minera.

Colombia debe ser un país serio, su justicia debe ser en igualdad de condiciones para todos; y evitar que nuestros flamantes funcionarios, con su extrema «generosidad», continúen haciendo regalos sin precedentes.