Popayán perdió ese poder, pero siguió siendo detestada y despreciada. Sobre esto, tienen que dar más cuenta los historiadores.

Reinel Gutiérrez

Especial para Primicia

Popayán

Es posible que a raíz de que Popayán fue en años anteriores sede de gobierno para manejar administrativamente un extenso territorio llamado el Gran Cauca, haya sido envidiada y odiada, sentimientos que se fundieron en la mente y la genética de las distintas generaciones.

Popayán perdió ese poder, pero siguió siendo detestada y despreciada. Sobre esto, tienen que dar más cuenta los historiadores.

No hay que decir mentiras pero esta ciudad no es mimada como otras que son «la sucursal del cielo», «la puerta de oro de Colombia» «la querendona trasnochadora y morena», «la ciudad sorpresa», etc.

Acaba de desarrollarse el campeonato suramericano infantil de voleibol, y los medios no lo destacaron nacionalmente a pesar de su importancia, tal vez porque era en Popayán. Si hubiese sido en Medellín Bogotá o Cartagena sí.

A Popayán llegan   gentes extrañas camufladas en empresas y consorcios para manejar servicios de luz y gas. También para ejecutar obras con ingenieros y obreros de otro lado porque los de aquí se los descalifica. Es decir se atropella alegremente la dignidad de la ciudad, con el silencio cómplice de autoridades y comunidad.

Para colmo de males en la capital del Cauca no nació un Pibe Valderrama, una Shakira, un  Juanes, o en ultimas una Amparo Grisales,  o Sofía Vergara, para darle renombre.  La región se quedó anquilosada en lo de colonial, antigua, de paredes blancas y  poética, mientras otras  regiones no desconocen la historia, pero a la vez   avanzan.

Es hora  de que payaneses  y caucanos, nos queramos y nos hagamos querer.