El florero de Llorente fue el exagerado gasto en tres certámenes deportivos mundiales: la actual Copa de Confederaciones de Fútbol; el mundial de Fútbol de 2014; y los Juegos Olímpicos de 2016, cuyos costos han afectado al bolsillo de la población.
*Saulo arboleda Gómez
Columnista
Primicia
En Brasil ha sido tradicional la indiferencia y la apatía de su gente frente a sus problemas críticos, al punto que en más de dos décadas, desde 1992, cuando el descontento ciudadano manifestado en las calles ocasionó la caída de entonces Presidente Collor de Mello, no se presenciaba un movimiento de protestas como el de hoy, liderado por jóvenes apolíticos con educación universitaria, que puso en jaque a las autoridades del gigante latinoamericano.
El florero de Llorente fue el aumento de los pasajes en el trasporte público urbano, pero razones de mayor calado son la corrupción liderada por la desprestigiada clase política incluida la del partido de los Trabajadores PT, que es el del gobierno; la pésima calidad del trasporte público; la inseguridad en las ciudades en la que Sao Paulo presenta altísimos índices en el contexto mundial; la violencia y la represión policial; y el exagerado gasto en tres certámenes deportivos mundiales: la actual Copa de Confederaciones de Fútbol; el mundial de Fútbol de 2014; y los Juegos Olímpicos de 2016, cuyos costos han afectado al bolsillo de la población.
No han valido para los líderes de las protestas, el hecho que Brasil haya tenido en sus últimos diez años positivos resultados sociales y económicos, reflejados en un incremento sustancial en el salario mínimo; en fuerte caída del desempleo; en que 40 millones de sus habitantes salieron de la pobreza y pasaron a engrosar la clase media; en el país preferido por los inversionistas extranjeros; condiciones que lo llevaron a integrar el grupo de economías mundiales emergentes con mayor éxito, llamado BRICS, cuyas iniciales corresponden respectivamente a Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica.
Las protestas respaldadas por el 70% de la población y por sectores influyentes como la iglesia, obedecen también a un cambio radical del éxito económico de Brasil en 2007, que lo llevó a ser designado sede del Mundial de Fútbol y de los Juegos Olímpicos, a una crítica situación actual reflejada en alta inflación; mayor desempleo y fuerte desaceleración económica, al punto que el crecimiento del PIB en 2013 no superara el 3%, acostumbrado a índices de 7%. Las autoridades aseguran que estas protestas no afectarán la actual Copa de Confederaciones de Futbol, ni el mundial del 2014, ni los juegos Olímpicos, pero deberán trabajar para eliminar la corrupción pública, y diseñar un plan que permita empleo para los jóvenes y una justa reivindicación de políticas públicas para todos.
*Exministro de Estado.
Es hora que despierte Colombia para acabar con la clase corrupta y delicuencial que se tomó el poder a sangre y fuego