Personas de gran actividad que a la hora del temblor ayudan a sacudir la casa, posan de médicos y prestan primeros auxilios, se lanzan en paracaídas sobre la selva, se enfrentan al toro sin ser toreros, cantan rancheras a la madrugada, se burlan de gerentes, directores o jefes, demuestran valentía al emborracharse, tienen varias novias o novios según el caso, y hasta practican lucha y zumo para demostrar su fortaleza.
Reinel Gutiérrez
Columnista Primicia
Hay un programa de televisión que exige a los participantes que sean acelerados en su actitud, como requisito para asistir. Hombres y mujeres, tienen que ser echados para adelante, y óptimos. Capaces de permanecer gritando y saltando. De aquellos que hasta para comulgar dan un salto como el de Katherine Ibargüen, y para la intimidad se lanzan desde un armario. Intensos que se emocionan tanto hasta exprimir al presentador al abrazarlo.
Concursantes alebrestados que llegan al colmo de mojar el pañal ante las cámaras por la emoción. Alegres ciento por ciento ganen o pierdan. Inquietos que empujan, pellizcan y aprietan duro. Juguetones con un niño interno travieso. Esos de desbordante presencia, más cansones que un ascensor de pedal. Los primeros que lanzan el olé en una plaza de toros, el «ay hombe» en un concierto vallenato, y el aleluya en el culto.
Esos que a toda voz gritan gol en el estadio, o dicen «le apuesto al colorado» en la gallera. Personas de gran actividad que a la hora del temblor ayudan a sacudir la casa, posan de médicos y prestan primeros auxilios, se lanzan en paracaídas sobre la selva, se enfrentan al toro sin ser toreros, cantan rancheras a la madrugada, se burlan de gerentes, directores o jefes, demuestran valentía al emborracharse, tienen varias novias o novios según el caso, y hasta practican lucha y zumo para demostrar su fortaleza.
Aquellos que demuestran resistencia plena al ingerir alimentos con altas dosis de picante, también los cazadores de cocodrilos y domadores de boas, y los osados en un acto público que empiezan a cantar el himno nacional cuando el sonido falla, o la orquesta se demora en empezar. Los arrojados que caminan por la cuerda floja, escalan montañas y edificios, y cumplen malabares amorosos en parapente. Allí están también esos que se les aparece un espanto, lo enfrenta y sacan corriendo, los que entran a un cementerio oscuro a la media noche. También los que son capaces de armarle un escándalo a la suegra. De idéntico modo los que golpean fuerte la mesa para que sean atendidos, y que al llegar a una casa no oprimen el timbre una vez sino cinco.
Que los hay los hay, y son los que tratan de acertar si el precio de una serie de artículos es correcto. Esta especie existe en todos los climas, razas, estratos, y organizaciones humanas. Si no fuera así, entonces quien pone los apodos, quiebra, quema, moja, maltrata, dispara, le coloca cola a los amigos, escribe en las paredes, hace micción en el lavamanos, se sube a las tarimas, se trepa al púlpito y tantas cosas más.
Es bueno ser avispado en cosas inteligentes, pero no en torpezas.