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«VALE UN POTOSÍ»

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Potosí, Bolivia

 

Por: Nicolás Rojas Holguín

Coordinador

 

La economía potosina tiene como producto patronímico, los minerales, cuya explotación, tanto en el pasado como actualmente, han sido los productos más notables y quizá conocidos. En este momento la minería ha incrementado su valor de exportaciones netas en 126%, con un leve incremento en su tonelaje, el valor de las exportaciones aumentaron por el incremento del precio; más no así por el incremento de sus cantidades.

Potosí es uno de los mayores centros explotadores de estaño y plata del mundo. Presentemente se gestan grandes proyectos de concentración de minerales de baja ley (sobre todo desechos de plata, acumulados desde épocas coloniales) y derivados, San Bartolomé, a cargo de la empresa Manquiri, y explotación de la parte sur del país, a cargo de la empresa Sinchi Wayra. Potosí es conocido por sus grandes reservas mineralógicas en explotación y en reserva, El salar de Uyuni, la mayor reserva de litio y no-metales del mundo, con pequeñas empresas de explotación manual, y centros mineros concentrados en la ciudad y en algunas provincias cercanas.

Por esto, el investigador Gian Carlo Delgado lamentó el desconocimiento del gobierno federal sobre la realidad del sector y citó un documento elaborado por la Auditoría Superior de Federación (ASF) que evaluó en 2010 a 347 concesiones mineras, de las que 149 presentaron irregularidades notables. La aportación al  Producto Interno Bruto (PIB), en 2011, bajó a 1.1% mientras que el sector minero, en 1983, daba el 6%”, precisó. Según Delgado, la ASF demostró con esto una gran carencia de información en las empresas que buscan realizar actividades extractivas.

La historia de estas minas remonta a las vetas de plata que fueron descubiertas de forma casual, una noche del año 1545, por un pastor quechua llamado Diego Huallpa, él se perdió mientras regresaba con su rebaño de llamas. Decidió acampar al pie del Cerro Rico y encendió una gran fogata para abrigarse del frío. Cuando despertó por la mañana, se encontró con que, entre las brasas humeantes de la fogata, brillaban hilillos de plata, fundidos y derretidos por el calor del fuego. El cerro, aparentemente, era tan rico en vetas de plata que la misma se encontraba a flor de tierra. El 1 de abril de 1545, un grupo de españoles encabezados por el capitán Juan de Villarroel tomaron posesión del Cerro Rico, tras confirmar el hallazgo del pastor, e inmediatamente establecieron un poblado.

Lo cierto es que, la inmensa riqueza del Cerro Rico y la intensa explotación a la que lo sometieron los españoles hicieron que la ciudad creciera de manera asombrosa. Su riqueza fue tan grande que en su monumental obra «Don Quijote de la Mancha» Miguel de Cervantes acuñó el dicho español vale un Potosí, que significa que algo vale una fortuna.

 

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Por otra parte, la población indígena, en tanto, sufría una explotación infrahumana. Decenas de miles de indígenas fueron sometidos a la mita, un sistema que ya era habitual en el incario, pero cuyo uso intensificaron los españoles, y creció aún más a instancias del virrey Francisco Álvarez de Toledo, ante la falta de mano de obra para la minería. A los mitayos (como se llamaba a los indios sometidos mita) se les hacía trabajar hasta 16 horas diarias, cavando túneles, extrayendo el metal manualmente o a pico, etc.

Eran muy frecuentes los derrumbes y otros accidentes, que ocasionaban la muerte de cientos de trabajadores. Las rebeliones eran ahogadas a sangre y fuego. Es probable que hasta 15.000 indígenas hayan muerto en la explotación de la plata, entre 1545 y 1625, aunque las estimaciones más alcistas hablan de uno a ocho millones de trabajadores muertos estas cifras no son muy aceptadas en la actualidad.

La producción de plata llegó a su punto máximo alrededor del año 1650, momento en el cual las vetas empezaron a agotarse, y Potosí entró en un camino cuesta abajo del que no pudo recuperarse jamás.

Existe actualmente la controversia de que tanto en aguas españolas como en las de otros muchos países, se hallan barcos hundidos que transportaban, aparte de diversas mercancías, monedas acuñadas originarias de Bolivia. Estas monedas son reclamadas por España o por el país en donde se halle el naufragio como propias, pero Bolivia, al ver como esas monedas originarias de Potosí están siendo dispersas, está promoviendo la creación de una organización que trate con diversos organismos internacionales para reclamar su patrimonio.