«Malos periodistas que no saben leer ni escriben. Viven descontextualizados y que creen que lo que sus ojitos ven está sucediendo, siempre, por primera vez. No investigan antecedentes antes de hablar o escribir. Además están imponiendo un lenguaje vulgar, especialmente, quienes laboran en la radio», sostiene la periodista Lolitia Acosta en primer plano.
Jorge Consuegra
Primicia
Hace veinte o treinta años en Colombia había un periodismo tan entregado, disciplinado, puntual y responsable. Comprometido. Hoy todo ha cambiado, infortunadamente. Los noticieros, por ejemplo, parecen hecho en directo desde Medicina Legal o las estaciones de policía, no hay reflexión, no se hace uso de los contextos, si que menos de los análisis de las noticias, de los hechos, de los personajes. No hay reflexión sobre lo que sucede en el país, lo importante es la chiva y nada más.
Lolita Acosta fue formada en otro ambiente periodístico en donde, desde la misma facultad se le dio a los estudiantes la responsabilidad de hablar, escribir y presentar con rectitud y honestidad, sin hacer uso de rodilleras y venderse al mejor postor.
Ya estando en Valledupar, decidió crear El Diario Vallenato en donde publicaba muy serios análisis de la vida de la ciudad lo que le casi le cuesta la vida en un atentado que gracias a la vida, no pasó a mayores.
Hoy habla para Primicia sobre este maravilloso oficio.
– ¿Supo, desde siempre, que iba a ser periodista?
– Sí.
– ¿Cómo fueron sus primeros pasos en este maravilloso oficio?
– De la mejor manera. De la mano de amigos periodistas empíricos, en 1967, combinando periodismo con locución y radio actuación en las famosas radionovelas y grabación de cuñas, transmisión de festivales y eventos de carnaval en directo. Luego, en mis épocas de estudiante de periodismo, en Bogotá, como miembro del equipo del periódico Diálogos Universitarios, editando periódicos para políticos de mi provincia y otros medios sindicales y de la izquierda.
– ¿Qué es lo que más la ha cautivado del periodismo?
– La posibilidad de transformar el entorno para bien de la humanidad.
– ¿En el colegio siempre estuvo al tanto de la actividad periodística en la cartelera o en una hoja impresa hablando de noticias?
– Por supuesto, en los centros literarios también y en programas de radio.
– ¿Cuáles han sido los temas que siempre ha abordado en el periodismo?
– Mayormente, el sufrimiento de los marginados, el medio ambiente, el tema de los indígenas arhuacos y, actualmente, el vallenato tradicional como patrimonio cultural y la cultura en términos generales.
– ¿Ha habido mucha diferencia entre el periodismo de hace veinte o treinta años al de ahora?
– Abismales diferencias. No sólo tecnológicas sino en las tendencias de la práctica de este oficio.
– ¿Cree que el facilismo ha hecho que nuestro periodismo baje un poco la guardia frente a lo que se hacía dos o tres décadas antes?
– No sólo la guardia, sino el compromiso, la imparcialidad, la ética.
– ¿Las facultades de periodismo sí le aportan algo a las nuevas generaciones de periodistas?
– Malos periodistas que no saben leer ni escriben. Viven descontextualizados y que creen que lo que sus ojitos ven está sucediendo, siempre, por primera vez. No investigan antecedentes antes de hablar o escribir. Además están imponiendo un lenguaje vulgar, especialmente, quienes laboran en la radio.
– ¿Considera que hay más teorías que prácticas en las aulas universitarias?
– No conozco. Pero parece que sí.
– ¿Por qué decidió hacer un periódico como El Diario Vallenato?
– Fue mi tesis del grado que nunca reclamé. Era una necesidad en un medio dominado por la radio, además de una reivindicación de la noticia local, la de interés municipal pocas veces atendida por la prensa nacional. En ese sentido, El Diario Vallenato fue el primer diario municipal que tuvo Colombia.
– ¿Cuáles fueron sus logros?
– La comunidad aun agradece y recuerda, 13 años después de su cierre: su verticalidad frente a la verdad aun a costa de la seguridad física personal y económica del periódico; la apertura de espacios para la poesía; la divulgación de pensamientos sin cortapisas ni limitaciones (ni siquiera de espacios porque trabajos extensos los dividíamos en capítulos); la creación de una conciencia ambientalista; el haber sido, mas que pregoneros, artífices de la planeación urbanística en Valledupar, ciudad que logró ser la primera en tener un POT, alabado por muchos medios; el saneamiento de la antigua Caja de Compensación Familiar de FENALCO, hoy COMFACESAR, y ese sentimiento o sensación de ser ojos vigilantes prestos a denunciar toda irregularidad o acto deshonesto de la administración pública, entre otros.
– ¿Intentará revivir el diario?
– Lo intentaría pero no tengo los medios económicos. Y esta vez yo si me pondría un sueldo que me permita tener la seguridad social y la posibilidad de jubilación que no tengo.
– ¿Cree que el periodismo actual está más lleno de «estrellitas» que de periodistas realmente profesionales?
– Por supuesto. Y estrellotas que no le hacen sino juego a los protervos intereses de los grandes capitales.
– ¿Considera que ha habido mucha irresponsabilidad en los medios con la situación actual del país?
– No irresponsabilidad, sino que los encuentro responsables de la desorientación, la desinformación, la actitud incendiaria cada vez más evidente en algunos sectores en contraposición con la pasividad frente a situaciones que ameritarían una mayor participación ciudadana como es, por ejemplo, la venta ilegal de gasolina que ocasionó, no hace muchos días, la muerte de 33 niños en Ciénaga (Magdalena), frecuentes incendios en La Paz (Cesar) y en la carretera de la muerte (la que conduce de la Guajira al Cesar) por donde transita libremente el 90% de la gasolina que se consume en estos lugares, la muerte por inanición de gente de toda edad en la Alta Guajira y en el Chocó, la minería ilegal y la depredación del medio ambiente que ella ocasiona.