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NOTA EDITORIAL: VUELVE Y JUEGA

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 VUELVE Y JUEGA

Definitivamente, el Congreso de Colombia no aprende la lección sobre la censura de la opinión pública, alrededor  del comportamiento de quienes, supuestamente, representan al pueblo colombiano en el poder Legislativo.

Es vergonzoso el espectáculo dado por unas mayorías, cuestionadas por evitar a toda costa que se haga un debate sobre el paramilitarismo en Colombia, en especial, por la supuesta participación activa del senador Álvaro Uribe.

El Centro Democrático, el Partido de la U y el Partido Conservador, sectores políticos que en el pasado estuvieron relacionados, a través de varios de sus miembros, con el paramilitarismo, ahora se unen para oponerse a un debate para el que  se anunciaban pruebas concretas sobre la participación de algunos políticos con los grupos narcoparamilitares.

La comunidad internacional sigue sumando la falta de interés por conocer la verdad en los crímenes de lesa humanidad, y, sobre todo, que desde el Congreso de la República se patrocine el «tapa-tapa».

El debate había despertado el interés de las víctimas, los académicos y los diversos sectores de opinión en un esfuerzo por pasar la lamentable página de la historia que vive Colombia con toda la impunidad del caso, pero nuevamente Colombia sufre otra  frustración.

Es bueno que el debate, que fue impedido en el Congreso por la cuestionada clase dirigente, se pueda realizar en diferentes escenarios de la comunidad, como las universidades, sindicatos, medios de comunicación y espacios sociales, donde puedan participar sus promotores y divulgar las pruebas existentes de la clase corrupta, que hizo y hace parte de las organizaciones criminales del paramilitarismo.

Hoy, cuando en Colombia se busca la paz, es una oportunidad única conocer la verdad de los acontecimientos y, sobre todo, la participación de algunos elementos que han contribuido a fomentar la guerra fratricida que vive nuestro territorio desde hace más de medio siglo.

En consecuencia, el Congreso de la República nuevamente cierra de manera brusca las puertas de la verdad y prefiere encerrarse para vivir ocultando la responsabilidad de la muerte de millones de colombianos, la miseria de muchos compatriotas y el desplazamiento de los más humildes.

Colombia está aplicando, a través de su clase dirigente cuestionada, lo mismo que hace Israel con el valiente pueblo de palestina un: holocausto.

Es hora de que la justicia internacional haga presencia en nuestro país, para que aborde el tema de «los intocables», y se castiguen con todo el peso de la ley internacional los múltiples crímenes de lesa humanidad.

Es una lástima que vuelva y juegue la misma política de un Congreso comprometido con la corrupción y el crimen al destapar los hechos y los protagonistas de la violencia colombiana.