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NOTA EDITORIAL:COLOMBIA PERDIÓ LA FE

NOTICAEDITORIALColombia no solamente está perdiendo la fe en las múltiples «Iglesias» que se  montaron como uno de los «negocios redondos», en el que el fiel es manejado al  antojo de los promotores en lo religioso, político y cultural.

 

Colombia también ha perdido la fe en su clase dirigente, especialmente quienes hacen parte de los tres grandes poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

 

Las múltiples promesas hechas en tiempo preelectoral nunca se cumplen, y la situación de los electores cada día empeora; por ello, los colombianos han perdido la fe por partida doble. La fe religiosa y la fe política.

 

A pesar de la crisis de valores en todos los sectores, no existe una solución a la vista; por el contrario, siguen los mismos con las mismas. Los jefes de las sectas religiosas, que ahora viven «mejor» que los narcotraficantes, piden a sus fieles seguir obedientes para evitar ir directamente al infierno, como si el infierno que se vive en la Tierra no fuese peor.

 

Los políticos, por su parte, sacan un viejo libreto, que desempolvan cada cuatro años para anunciar solución a los problemas de inseguridad, desempleo, insalubridad, falta de educación y todos los que pudiera imaginar el ingenuo elector.

 

La fe ha sido el instrumento para tomarse el poder y tener un pueblo adormecido. Es por ello que los políticos se han aliado con los autoproclamados «enviados del Señor», para lograr alcanzar el «paraíso», como denominan ahora al Congreso de la República, donde los sueldos son exagerados y la «mermelada» es total para enriquecer otra clase de mafia que se tomado, sin consideración alguna, el poder.

 

En consecuencia, Colombia ha perdido la fe mientras que los poderes político, económico y religioso confían en que la gente siga creyendo en sus predicaciones para «salvar»  del «fuego eterno» las almas que en la Tierra entreguen sus bienes a unos cuantos avivatos.

 

¿Dónde están los congresistas del Movimiento MIRA, antes abanderados de la anticorrupción, ahora que están cuestionados? Simplemente, guardan silencio absoluto, mientras mueven el poder económico para realizar toda clase de manifestaciones en un esfuerzo por continuar en el «paraíso» los «escogidos» que, además, hacen parte de una misma familia.

 

Colombia ha perdido la fe política, religiosa y económica por la misma situación de miseria que cada día se agudiza más, mientras que los mercaderes de la fe y de la política aspiran a seguir teniendo el control de los demás.

 

No hay derecho a que un pueblo como el colombiano siga adormecido por estos sectores, que están acabando con todo; ellos son los mayores depredadores. Es hora de tomar decisiones y acabar con esta clase de «chupasangre».