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NOTA EDITORIAL:DUEÑOS DE LA DEMOCRACIA

NOTICAEDITORIALDUEÑOS DE LA DEMOCRACIA

Aunque suene inverosímil la llamada «democracia» de Colombia está  centralizada  en pocas manos. Es el único país del mundo donde las curules del  Congreso de la República se ha escriturado  a unos «avivatos», que dejan  a un lado la libre participación del  pueblo.

Las curules, en un 85 %, tienen «propietarios», que,  a su vez, escogen, por lo regular, a un familiar cercano para que ostente  el maltrecho título de «padre de la patria» (¿?).

La llamada «jornada de la democracia» es un disfraz que nos presentan algunos medios de comunicación, comprometidos con intereses económicos y políticos, que sacan partida de que  la representación de un pueblo esté  concentrada en pocas manos para beneficio de sus propios intereses.

Colombia ha vivido unas épocas aciagas, durante las que el Congreso de la República ha registrado, y sigue registrando, los más altos índices de corrupción como consecuencia del comportamiento de los «dueños de la democracia». Muchos de ellos, sin siquiera sonrojarse, han cometido ─ y han sido cómplices ─  los peores crímenes, crímenes de lesa humanidad. Se han apoderado también de los recursos públicos, y han originado problemas de toda clase.

Proceso 8.000,  parapolítica y ‘bacrimpolitica’, entre otros escándalos, han sido los casos más mencionados de corrupción en que los «dueños de la democracia» han sido protagonistas de primer orden. ¡Qué vergüenza!

Sin embargo, lejos de solucionarse, este problema se agudiza. Ya nadie hace política comunicando ideas, todos se encuentran en una carrera multimillonaria para comprar  conciencias, y, sobre todo, para permear a las autoridades electorales, entre las cuales, desde ahora, según los propietarios de las curules, se están negociando paquetes de sufragios electorales: desde mil hasta treinta mil. Hay planes para todas las necesidades. «Quienes no estén ‘en la jugada’ corren un alto riesgo de ser derrotados», sostienen algunos de los corruptos «padres de la patria» que hablan con desparpajo sobre la compra y venta de votos. ¡Qué descaro, qué cinismo!

Las autoridades prefieren «pasar de agache» ante esta clase de acontecimientos, por cuanto ellas mismos hacen parte del engranaje que es manejado por los negociantes de la política. Es decir, reina el principal acuerdo: «Hagámonos  pasito».

Es por ello que en Colombia la democracia ha muerto. Lo que queda es un sistema implantado por las mafias, que han permeado todas las instituciones.

La única manera de buscar que la democracia se haga presente en nuestro país debe empezar  con una revocatoria total de los representantes de los tres poderes, la convocatoria a una Asamblea Constituyente y la expedición de una nueva Constitución Política, en la que  se garantice la verdadera participación popular en los órganos estatales y en los cargos de elección popular.

Mientras tanto, podemos decir que los «dueños de la democracia» siguen reinando y haciendo su feria con la complicidad estatal.