Parrafear. Sí, Ignaro. Parrafear es lo mismo que conversar. Usted y yo estamos sosteniendo una parrafada. Así se dice.
Jairo Cala
Primicia
─ ¿Usted es el señor Fenicio?─ preguntó el muchacho.
─ Soy don Fenicio, joven. El ‘señor’ se antepone a los apellidos.
─ ¿Qué? No le entiendo ─ respondió aquel.
─ Primero, conozcámonos. ¿Cuál es su nombre? ─ preguntó Fenicio.
─ Yo soy Ignaro. ¿Por qué?
─ ¡Ah, con razón! Con ese nombre es suficiente para deducir su ignorancia, joven.
─ Ahora sí quedé pior ─ dijo, deshilvanando sus palabras sin conectar con el mensaje de su interlocutor.
─ Vamos por partes. He dicho que el término ‘señor’, como expresión de cortesía, que usted quiso usar conmigo, solo se emplea antes de los apellidos de las personas, no antes de sus nombres. En mi caso, mi apellido es Castellanos, luego soy el señor Castellanos para quienes quieran referirse a mí por mi apellido. Si se utiliza el nombre, como lo hizo usted, Ignaro, se emplea el sustantivo don; o si entre las personas existe mucha confianza el nombre será suficiente. Y, por otra parte, no se dice ‘pior’, sino peor. ¿Le quedó claro?─ acabó de explicar el hombre de letras.
─ Pos yo ni sé, mi señor. Toy como conjundío…
─ Sí, está bastante confundido. Porque, en primer lugar, no se dice ‘pos’, sino pues; segundo, yo no soy ‘su señor’; soy apenas un ciudadano corriente, como usted, Ignaro. Tercero, no se dice ‘toy’, sino estoy; y cuarto, no es correcto el vocablo conjundío’, sino confundido. ¿Entiende, amigo?
─ Ora sí voy comprendiendo. Usted lo que me dice es que estoy garlando mal.
─ Ni más ni menos. Pero no se dice ‘ora’, que es otra conjunción que expresa relación de alternatividad (ora sabio, ora ignorante, por ejemplo). En cambio, debo informarle que ya es correcto decir garlar. (Hablar mucho, sin interrupción y sin discreción). También se dice: charlar, hablar, conversar, parlamentar, parrafear.
─ ¿Cómo dijo, don Fenicio? Parra… ¿qué?
─ Parrafear. Sí, Ignaro. Parrafear es lo mismo que conversar. Usted y yo estamos sosteniendo una parrafada. Así se dice.
─ Pues, señor Castellanos ─así es, ¿no?─ yo no había llegado a escuchar esa palabrita ─ apuntó el muchacho, que tomaba más interés en conocer mejor el idioma.
Sin desconocer la procedencia rural y la nula dedicación de Ignaro al estudio, Fenicio se había llenado de suma paciencia para orientarlo.
─ Acaba usted de usar un giro innecesario, Ignaro. Dijo: «…no había llegado a escuchar esa palabrita». Sobra ‘llegado a’. Basta con decir, directamente: «…no había escuchado esa palabrita». Punto.
─ Entonces, ¿cuándo puedo decir llegado? ─ preguntó el labriego.
─ Me agrada su interés por aprender a hablar bien. Lo felicito. Puede usar ese participio, por ejemplo, para decir: «No ha llegado ninguna noticia»; o «Los viajeros no han llegado todavía».
─ ¿Viajeros? ¿No es viajadores? ─ anotó al instante el jovenzuelo.
─ También se dice viajadores, Ignaro. A muchas personas les parece increíble, pero también se puede decir viajadores. Es un sinónimo de viajeros y de viajantes. Así se dice de quienes viajan. Bueno, y a todas estas, ¿a qué ha venido usted a mi oficina, muchacho?
─ Hum… Ya no me ‘arrecuerdo’, don Fenicio. Pa’lguna pingada sería.
El periodista pensaba que, a ese ritmo, iba a terminar convertido como Job, el santo de la paciencia.
─ Escuche, Ignaro. No diga «ya no me arrecuerdo», sino «ya no me acuerdo»; o también: «Ya no recuerdo». Tampoco diga «pa’lguna pingada» sino «para alguna pingada». ¿De acuerdo?
─ Sí. Sí, señor. Pero yo creí que me iba usted a tachar por la palabra pingada.
─No hay razón para hacerlo, Ignaro. Pingada es la acción propia de un pingo; y pingo es alguien no tan despierto, un pingajo o bobo. Ese término es muy usado en el departamento de Santander (Colombia), pero no significa que sea exclusivo de los santandereanos. Mejor dicho, es una pingada que otros colombianos no lo usen. Bien, ya está bueno por hoy. Tengo que irme, Ignaro.
─ Pues, don Fenicio, pienso que los demás colombianos que no usan la pinga palabra son «mucho lo pingos».
─Sí, son muy pingos, Ignaro. Muy pingos. Adiós.