Bogotá, en la senda de sostenibilidad, sede del quinto encuentro de la red mundial ciudades y gobiernos locales en el 2016.
Carlos Villota Santacruz
Especial
Primicia Diario
Con un estimativo de 800.000 viajeros (americanos, europeos, argentinos, asitáticos) recibidos durante el primer trimestre de 2015 semestre del año, Bogotá se consolida como el más importante destino turístico de Colombia, y proyecta como una ciudad incluyente, participativa, ambientalmente sostenible, donde su desarrollo humano, es su eje. Esta columna vertebral de la administración del Alcalde Gustavo Petro y su equipo de Gobierno, es la hoja de ruta, que la elevara del 13 al 15 de octubre de 2016, como sede de la Red Mundial de Ciudades y Gobiernos Locales.
Un paso definitivo la internacionalización y posicionamiento de Bogotá, que se inició en el año 2008, a través de una alianza público-privada, que ha sido complementada con una serie de programas y proyectos en las 20 localidades de la ciudad, que apuntan a la lucha contra la segregación; protección ambiental –defensa del agua como protagonista- y la adaptación de la ciudad al cambio climático.
Desde Madrid, pasando por Barcelona, Buenos Aires, Ciudad de México, Lima, París y Rabat en Marruecos, el proceso de trasformación de la capital colombiana, no solo se convirtió en un referente, sino que sus políticas públicas alrededor de garantizar los derechos de los ciudadanos, la atención a la infancia, la atención en salud y nutrición a madres gestantes, así como a niños y niñas, ha permitido alcanzar una disminución histórica en los índices de mortalidad, es hoy un modelo a seguir, que conocerán de primera mano en la cita orbital, en octubre del próximo año. (más de 3.000 líderes de los cuatro puntos cardinales del planeta)
En esa línea de acción, la administración distrital multiplicó el presupuesto para la educación, cerrando la brecha social entre la oferta público y privada. En palabras del Alcalde de Bogotá Gustavo Petro «la población que se ha acogido a los subsidios en servicios públicos (mínimo vital del agua y transporte) es creciente y el número que entran a los programas de atención de jóvenes o adultos mayores también».
En otras palabras, lo que sucede y experimenta esta ciudad, a las faltas del cerro de Monserrate –con más de 9 millones de habitantes- con una oferta cultural, turística, gastronómica y de negocios incomparable, al punto que loa colocan como la quinta urbe de América Latina, parte de mirar con otros «ojos» el territorio. Que le apuesta al uso de la bicicleta, complementado con un manejo de las finanzas que facilitan la consolidación de planes sociales a mediano y largo plazo.
Es decir, la importancia de lo público, se colocó en el primer plano de la agenda de la ciudad. La clave. La inversión, ejecución y transparencia se convirtieron en el pilar para colocar a la capital colombiana entre las ciudades con más desarrollo y proyección del continente.
Además, esta urbe protege la vida en todas sus expresiones. «El verdadero cambio de modelo de ciudad, ha priorizado la vida», añade el alcalde Petro. «La administración ha hecho un esfuerzo monumental desde la institucionalidad para proteger la vida natural y mantener el equilibrio de la naturaleza, pese a la suspensión del Plan de Ordenamiento Territorial».
Esta visión, la comparten los ciudadanos de todos los estratos sociales, quienes elogian como Bogotá se convirtió en líder en América Latina en trazar políticas públicas frente el respeto del agua, el aire, del árbol y del animal. «Hay un equilibrio entre la vida nuestra y la vida de la naturaleza», añaden
Sin ir más lejos, esta urbe –que se precia de contar con el Museo del Oro o el Jardín Botánico- emerge como una de las ciudades más competitivas del mundo a futuro, porque ha tomado medidas para contrarrestar el cambio climático. La pregunta clave es: ¿cómo hacer para que las ciudades en el planeta mantengan su dinamismo económico, su competitividad, su reputación de urbes atractivas para los inversionistas y el alcance de la sostenibilidad?
Lo primero que hay que decir, es que la administración del Alcalde Gustavo Petro vinculo a los ciudadanos a este modelo de capital –que en el 2016 alcanzará su punto máximo- al ser sede en el décimo mes del 2016 de la red mundial de ciudades y gobiernos locales.
Mientras llega ese momento, la Bogotá Humana es inspiradora en materia de sostenibilidad. «Se está creando un clima de confianza que le apunta a crear una comunidad de actores que tomarán decisiones consensuadas, con el concurso de alianzas público-privadas, que multiplicarán acciones innovadoras en el marco de la sostenibilidad, en el contexto del cambio climático”
En términos de economía, está acción política .en una ciudad tan diversa como Bogotá- primero invierte en el desarrollo humano, para posteriormente invertir en infraestructura y tecnologías de la información. Cada peso que se invierte, en la gente (de 100 dólares, su retorno es 25 y hasta 40 dólares), si se observa su valor agregado en la reducción de la tasa de homicidios, en reducción de enfermedades como la nutrición infantil, tuberculosis o infecciones del VIH.
Lo que sucede hoy, en esta gran sabana –en medio de humedales, de fuentes hídricas, de reservas naturales como la localidad de Sumapaz- se resume en que la el desarrollo dela ciudad no se asigna a un sector en específico, sino que por el contrario la puesta a trazar políticas públicas en favor de la defensa del cambio climático, ha originado una alta cadena de valor para los habitantes de la ciudad, que está funcionando de manera articulada, equilibrada que más temprano que tarde potencializará un desarrollo inteligente de cara 2030.
Una tesis que es respaldada de Bjon Lomborg, presidente del Copenhagen Consensus Center y del proyecto Post-2015, quién que la conversación y diálogo ciudadano en Bogotá alrededor del cambio climático, ha dejado al descubierto lo que funciona y no funciona desde la administración pública, frente a mejorar la calidad de vida de sus habitantes. «Esta acción está llegando al corazón de la gente. El cada peso o dólar invertido en esta acción, hace de Bogotá una ciudad más incluyente, participativa, equitativa, cohesionada en lo social, donde la defensa de la naturaleza, es una prioridad. Un alto valor agregado en la priorización económica de la ciudad en la presente y siguiente década», sentenció.
La pregunta clave es: ¿cómo hacer para que las ciudades en el planeta mantengan su dinamismo económico, su competitividad, su reputación de urbes atractivas para los inversionistas y el alcance de la sostenibilidad?