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CAOS EN LA «DOBLE CALZADA» BOGOTÁ – MELGAR

calzadaLa calzada nueva de la autopista Bogotá – Girardot sufre el deterioro de su capa asfáltica, como si su uso dependiera de decenas de años.

 

 

Gerney Ríos González

Enviado Especial

Primicia Diario

 

Cuando se recorren las autopistas del país, ya sea en planes de vacaciones o por razones empresariales, caemos en la cuenta de la incapacidad oficial de funcionarios o contratistas en la construcción de la infraestructura vial.

Casi que deliberadamente ese colectivo humano desconoce el standard internacional de calidad; aun en países inferiores en desarrollo a Colombia, se palpa la aplicación de Tecnología de punta en las obras carreteables, y estamos lejos de ganar excelencia, debido a la desconsideración que se tiene en el empleo de los recursos públicos asignados al plan vial nacional. Hace bastante tiempo que la corrupción permeó las arcas oficiales, con grave daño a las finanzas estatales.

Más que un deber de veedor ciudadano, es urgente sentar constancia de los graves defectos de diseño, en este caso, una autopista ya entregada al servicio del gigantesco sistema automotor, buses de pasajeros, automóviles particulares, camiones y trokes para la movilización de mercancías de importación desde los puertos en los mares Pacifico y Caribe.

La doble calzada Bogotá – Girardot es la más importante arteria troncal del país y ofrece los problemas siguientes: Paralelo al existente, el carril nuevo fue construido sin que se ajuste a los requerimientos del creciente tráfico automotor y se olvidó la «visión de largo plazo” frente a las necesidades de locomoción vehicular cuando Colombia se ve congestionada de mercaderías extranjeras producto de los Tratados de Libre Comercio suscritos con Europa, Asia y Países de América. Lo quebrado del Terreno en esta vía vital, en más del 75% de su trazado es estrecho para soportar un flujo constante de pasajeros y carga; las bermas carecen del ancho técnico exigido no existen las bahías de estacionamiento para casos de emergencia o fallas mecánicas de vehículos.

Los «retornos» fueron construidos con ingreso a los carriles rápidos y generan ya congestión e inseguridad. No tiene un «elevado» que reúna especificaciones tales como «orejas» que son recomendadas técnicamente. Debemos agregar que los «peraltes» tanto en el trazado antiguo y moderno se levantaron en sentido contrario a la técnica exigida.

En el tráfico nocturno se pierde casi por completo la continuidad de la visual, factor adicional de inseguridad, pues se deben usar luces plenas, calificadas de «luminarias asesinas» y así, por una pésima economía de recursos no se busca la solución que sería un «decapado» menor en trechos importantes de la vía. El ingreso de los puentes es irregular. Así se transporte el conductor o pasajero en vehículo 4×4, este sufre deterioros notorios en los sistemas de suspensión por fuertes golpes sufridos en la totalidad de esos pasajes.

La calzada nueva de la autopista Bogotá – Girardot sufre el deterioro de su capa asfáltica, como si su uso dependiera de decenas de años. Se aprecian desniveles e imperfecciones en sus 120 kilómetros de longitud. Sobre esto hay que hacer un serio reparo a la gestión de interventoría de la costosa obra; a los ingenieros encargados les parecieron normales las fallas anotadas y dieron complacidos el visto bueno cuando la recibieron terminada.

La serie de problemas anotados y que aumentan con el peso de los días en esta importante troncal del centro del país, eje de una constante actividad carreteable nos retrotraen a la «edad de piedra». Estas anomalías que se constituyen en riesgos para la seguridad de millones de usuarios debe alertar a las autoridades del transporte y la movilidad para buscar soluciones a los complejos problemas denunciados.

Si se revisara en detalle el ingreso diario y permanente del concesionario de la Autopista Bogotá-Girardot, se puede estar seguro que los recursos financieros y económicos son suficientes para estas intervenciones técnicas urgentes. Los peajes son costosos para la época y el mantenimiento y actualización técnica de esa troncal no admite dilaciones.

Se calcula que en el peaje de Chinauta, se recaudan mínimo 450 millones de pesos diarios y en el de Chuzacá

550 millones. Lo anterior no alcanza al concesionario para arreglar el derrumbe que miles de usuarios de la calzada observamos en el kilómetro poste de referencia 45 más 500, sentido Bogotá – Girardot cerca al Boquerón; igualmente la caída de la banca 46 más 500 en la ruta Melgar – Bogotá, curva de los Policías por problemas de filtración de agua pues no le hicieron las respectivas cunetas. También leemos la protesta de los empleados del peaje y mantenimiento de las vías, por el no pago de su salario.

calzada 11Los «retornos» fueron construidos con ingreso a los carriles rápidos y generan ya congestión e inseguridad. No tiene un «elevado» que reúna especificaciones tales como «orejas» que son recomendadas técnicamente. Debemos agregar que los «peraltes» tanto en el trazado antiguo y moderno se levantaron en sentido contrario a la técnica exigida.

calzada 2Es urgente sentar constancia de los graves defectos de diseño, en este caso, una autopista ya entregada al servicio del gigantesco sistema automotor, buses de pasajeros, automóviles particulares, camiones y trokes para la movilización de mercancías de importación desde los puertos en los mares Pacifico y Caribe.

calzada 4Hace bastante tiempo que la corrupción permeó las arcas oficiales, con grave daño a las finanzas estatales. La obra se entregó sin terminados.

chinautaSe calcula que en el peaje de Chinauta, se recaudan mínimo 450 millones de pesos diarios y en el de Chuzacá.