Realmente no es posible que John Jairo Velásquez Vásquez, o, simplemente, «Popeye», haya desaprovechado la  oportunidad para reivindicarse; los colombianos sabemos que él ya pagó la condena que le impuso la Justicia, con 20 años de prisión; y si ahora se arriesga a delinquir, volverá con seguridad a la cárcel.

Jorge Enrique Giraldo Acevedo

Columnista Primicia

Con absoluta seguridad se puede decir que resultó supremamente contradictorio el informe periodístico de la revista Semana, edición 1713, titulado Tras los dudosos pasos de «Popeye».

Es contradictorio debido a que se asegura que «agencias de inteligencia nacionales y extranjeras siguen sus huellas a la distancia», pero después se indica que «no hay certeza de si por estos días sigue en la ciudad». Y como conclusión se sostiene que «todo es posible», y«no hay certeza de su paradero». Entonces, pregunto: ¿al fin qué?

Si las  autoridades no protegen la vida de la mayoría de los nacionales de este país, ¿cómo es que se asegura que lo hacen con el ahora expresidiario? Realmente no es posible que John Jairo Velásquez Vásquez, o, simplemente, «Popeye», haya desaprovechado la  oportunidad para reivindicarse; los colombianos sabemos que él ya pagó la condena que le impuso la Justicia, con 20 años de prisión; y si ahora se arriesga a delinquir, volverá con seguridad a la cárcel.

Entonces, no hace bien al rigor periodístico y la responsabilidad que debe tener cualquier medio de comunicación el informe periodístico recomendado por el editor de Semana.

Ahora bien, si a «Popeye» verdaderamente lo vigilan, como lo indica la revista,  «las autoridades (…) le siguen los pasos poco a poco»,  él habrá quedado muy bien informado sobre ese particular.