‘La Tigresa’ Palmera completó dos títulos mundiales para el país. Foto El Heraldo.
Gerney Ríos González
Especial
Primicia Diario
‘La Tigresa’ Palmera completó dos títulos mundiales para el país sola, solita – terriblemente sola, solita, en cuanto a acompañamiento deportivo se refiere – imponiéndose sobre 193 países del mundo que les gustaría haber alcanzado un logro de esa magnitud, la faja de campeona mundial Supergallo de la Asociación Mundial de Boxeo, como lo consiguiera la monteriana.
Cómo se sabe en el mundo civilizado, el apoyo a un aspirante mundial en cualquier competencia de nivel internacional de máxima jerarquía y en donde se juega campeonatos mundiales, es un imperativo ineludible por parte del país que representa para alcanzar semejante cúspide. Eso, en Colombia es letra muerta.
Tal objetivo en el mundo civilizado sólo se logra con un equipo de apoyo, grande generalmente, de entrenadores, planificadores y administradores deportivos, que necesitan una caja de millones de dólares, no de devaluados pesos colombianos, para alcanzar tan difícil meta que viene siendo perseguido en cada especialidad por 194 países, ni más ni menos, incluido el nuestro que funciona a contravía.
Esta heroína de espíritu enorme – más grande que el de una catedral – logra ser la cuarta mujer colombiana en ganar un título mundial de boxeo femenino para su Patria en contra de los vendepatrias, los ladrones de cuello y corbata enquistados en los organismos y federaciones deportivas y en las administraciones municipales, departamentales y nacionales, que cobran miles de millones por – supuestamente – ayudar a alcanzar este tipo de objetivos, cosa que se sepa, no ha acontecido jamás, en absoluto, en forma decidida y total, ojo, desde el principio, no pegándose a ellos como acostumbran a hacerlo después que sus ciclistas habían comido comida colombo-francesa toda una vida: pan francés con colombiana.
Lo que sí vemos todos los días, son fotos y más fotos en las secciones de crónica social de los periódicos y en las revistas del corazón – y en los chismes fastidiosos de niñas que se ríen falsamente, cantan y, supuestamente, encantan contando mentirillas de “los famosos” en los Inma mables programas periodísticos de televisión – vemos, decíamos, a una caterva de bebedores de wiski por cataratas en una maratón de cócteles en los cuales se fragua el enriquecimiento ilícito con el dinero aportado por aquellos héroes deportivos del sacrificio que lucen el tricolor nacional en los grandes escenarios del mundo, logrando triunfos sorprendentes frente a atletas superdotados, protegidos y amparados por federaciones de sus países y sus gobiernos serios y responsables, no de pipiripau de naciones bananas, perdonando lo presente…
No demorarán en salir todo tipo de dirigentes deportivos y gubernamentales – y por supuesto de candidatos y parlamentarios – a colincharse del triunfo conseguido golpe a golpe por esta mujer extraordinaria que es Eliana ‘La Tigresa’ Palmera y quien a los 32 años de edad se convierte en una de las boxeadoras más destacadas a nivel mundial.
¡Los de la ‘La Tigresa’ es mucha gracia, para qué, y para fortuna de este desangrado país! Hombres y mujeres, en esta rama magnífica que es la cultura deportiva, siguen trabajando y esforzándose por Colombia, cosechando triunfos y más triunfos, round tras round, como es el caso de Antonio Cervantes Reyes “Kid Pambelé”, Rodrigo Valdés, Ricardo Cardona, Prudencio Cardona, Miguel Lora, Fidel Bassa, Baby “Sugar” Rojas, Tomas Molinares, Elvis Álvarez, Juan Polo Pérez, Luis Mendoza, Rafael Dervi Pineda, Amancio Castro, Rodolfo Blanco, Rubén Darío Palacios, Jorge Eliecer Julio, Francisco Tejedor, Harold Grey, Harold Mestre, Antonio Pitalua, Mauricio Pastrana, Kermin Guardia Villeros, Ener Julio, Ilido Julio, José Sanjuanelo, Newton Villarreal, Baby Mendoza, Daniel Reyes, Alejandro Berrío, Likar Ramos, Johnatan Romero, Darley Pérez Ballestas e Irene Pacheco.
Ellos eligieron ese camino de espinas que es el deporte aficionado y, de cierta forma, también el profesional, como lo hizo nuestra maravillosa campeona de boxeo, Eliana la ‘Tigresa’ Palmera.
‘La Tigresa’ – aparte de su instructor, amigos y familiares cercanos que jamás la abandonaron – todo lo hizo sola, absolutamente solita, sin ayuda de las federaciones, ni de los ministerios ni mucho menos del Gobierno nacional que, supuestamente, a través de un espontáneo le prometió una casa ya que después de prepararse por años, los “promotores” boxísticos le entregaron un millón de pesos por una corona y cinco millones por otra; a su entrenador “le dieron” doscientos mil pesos.
Por desgracia para nuestra flamante campeona, el espontáneo o espontánea que se comprometió a ello (y que ahora les da pena pasarle al teléfono a la súper boxeadora) no consultaron con Vargas Lleras (que maneja un millón de casas para tener un millón de amigos que voten por él en las próximas presidenciales); ni a Petro que maneja un presupuesto anual de 15 millones de millones de pesos y los huequitos de las calles – y de los otros, que sabemos – lo más bien gracias, saludos les mandaron y ahí seguirán per secula seculorum, ambos dos como dijera el poeta, los de las calles y los otros amigos huecondos tan cercanos al poder de los poderosos perdonando lo presente…
Algo desubicados los del mandado – pero se les reconoce la voluntad – porque los prohombres del país como los dos recién mencionados, sí saben que mientras ellos no tengan bien en claro cuál será su ganancia, nanai cucas, nanai casa, pin pon papas.
Sugiero, modestamente, que comencemos una colecta para pagarle a un fotógrafo que tome la instantánea entregándole una casa a la campeona Eliana ‘La Tigresa’ Palmera. Y tengan por seguro – que esa vivienda urgente para restaurar la lógica y la moral nacional en parte – aparecerá en un dos por tres a la voz de mojar prensa. A ver quien llega primero – Vargas Lleras o Petro -. Aquí les damos pistas, a los dos porque esta es una competencia de cien metros en el plano (No vayan a hacer trampas como de costumbre):
– La campeona quiere una casa que no tenga que barrer cada 15 minutos porque donde vive, que es una casa arrendada, pasan los buses a toda y le llenan la entrada, el interior – y lo que es más grave – los pulmones de su hijita y los de ella que necesita en forma absoluta para aguantarse los diez rounds de una pelea en pie, sin ese físico polvo que le está impidiendo respirar después del sexto asalto.
Esa casa añorada sólo necesita tener –como logro dorado para ella- dos piececitas, una cocina y un baño, pero sin polvo de buses y vehículos que pasen frente a la casa, cuestión mucho más fácil de resolver cambiándola de barrio que obligar a los que se robaron la plata del pavimento donde actualmente vive, a que la devuelvan para pavimentar la calle.
De pronto que esa casa de ensueño, tenga un espacio para colgar una bolsa de arena y una pera de boxeo con buena aireación para entrenar porque actualmente no tiene donde, ni dentro de la casa-polvo, ni fuera porque los gimnasios son de los señores hombres.
Quizás – si no es mucho pedir – que la próxima vez que vaya por otro título para el país, la ubiquen en un hotel porque esta vez, cuándo fue a buscar la corona mundial para Colombia a Barranquilla, no tenía donde dormir y debió irse caminando al coso deportivo donde tampoco tenía camerino; así es que tuvo que cambiarse cubriéndose con una toalla grande en un pasillo cerca de los orinaderos que olían a diablo.
Por último y de pronto, que Bienestar Familiar que en cierta ocasión pagó el desplazamiento del peluquero de la Primera Dama de la Nación en otro gobierno hasta Japón para peinar tan ilustre calva, le saquen un raspadito a ese tipo de gastos para que Bienestar Familiar (¡jo,jo,jo!) le cuide a su maravillosa hija mientras ellas entrena. Quizá es mucho pedir.
Regresemos al cruel mundo de la realidad política colombiana:
Mientras los dirigentes del boxeo continúan viajando por todo el mundo en hoteles de 20 estrellas comiendo langostas con yuca y coca-cola, gracias a la plata de los contribuyentes y las retenciones que se hacen en los coliseos y estadios deportivos para estimular el deporte, los deportistas salidos de las entrañas del pueblo sufrido y trabajador continuarán cosechando triunfos para Colombia entrenándose saltando charcos en su pueblo del Chocó, como fue el caso de nuestra pentacampeona mundial de salto o triple, Caterine Ibargüen.
¿Cómo hiciéramos? para que los recursos millonarios que generan las competencias deportivas y las marcas que salen beneficiadas con esas actividades, no continúen convirtiéndose en carros personales y de las federaciones de esos dirigentes bandidos, súper lujosos todos; en apartamentos, fincas, vacaciones y amantes unisexos, duosexos y todas las combinaciones de orientaciones imaginables, como fuera el caso-sorpresa para la nación cuando aparecieron en TV dos tiernas ministras de Santos, almidonaditas y compuestas, tomadas de la manitos confesando, mientras movían las pestañitas para arriba y para abajo que eran a mucho honor y mucho orgullo– como dijera la reina de belleza – mujer con mujer.
Las dos superministras fueron felicitadas como correspondía; además, y como si el hecho no fuera suficiente en sí, se adicionaron anotaciones muy elogiosas por parte del primer mandatario de los colombianos, guardián legítimo de la moral y las buenas costumbres del país como se supondría en forma ingenua, debiera ser.
Mientras tanto, Eliana ‘La Tigresa’ Palmera sigue y – por desgracia lo más probable – seguirá llenando sus pulmones de deportista con polvo que se transformará con el pasar del tiempo en silicosis, un mal incurable que produce inexorablemente la muerte temprana en medio de tormentosos dolores hasta fallecer asfixiadas; lo mismo que le puede llegar a suceder a su pequeña hija y a su extraordinario y fuera de serie compañero que ha sido su cireneo sin desmayar en esta vida, pasión y muerte que es el tratar de triunfar por Colombia enfrentándose sola a 193 naciones que van por lo mismo pero con el apoyo de sus gobiernos y federaciones deportivas, serias y en serio.