una novela de fantasmas, que tiene algunos elementos tomados de la realidad de su infancia, como, precisamente, la casa de los abuelos, la cual es muy importante en la historia. Recuerda cómo las casas de antes estaban llenas de presente y pasado al ser morada de varias generaciones, y testigos del florecimiento de la vida, así como de la llegada de la muerte y también del amor.
Una de las charlas más llamativas por la profundidad de sus contenidos la dio Gustavo Martín Garzo, columnista de El país de España, ensayista y novelista. Acá, un atisbo breve a lo que dijo.
Angélica Zuluaga
Especial
Primicia Diario
Para el escritor español Gustavo Martín Garzo, la literatura tiene mucho que ver con el secreto, con el acceder al otro lado de «la realidad escondida detrás de puertas que todos cerramos» porque según él, «estamos más en lo que callamos que en lo que decimos», y por lo tanto, «para que alguien pudiera conocernos tendría que ser capaz de escuchar no solo lo que decimos sino también todo aquello que nos callamos, porque es ahí donde está nuestra verdadera vida».
Esta relación con lo secreto es, según sus palabras, la apuesta fuerte de su novela Donde no estás, en la que Ana, una joven de 15 años, visita la casa de sus abuelos y en la que su madre, que acaba de morir, pasó la primera parte de su vida. Ana llega dispuesta a resolver muchas inquietudes respecto a su familia, a la relación de sus padres, y a la de su madre y su abuela que desde tiempo atrás habían dejado de hablarse, además de otros secretos, de la casa y del pueblo, que han guardado tanto los vivos como los muertos.
Por eso, explica el autor, que la suya es también una novela de fantasmas, que tiene algunos elementos tomados de la realidad de su infancia, como, precisamente, la casa de los abuelos, la cual es muy importante en la historia. Recuerda cómo las casas de antes estaban llenas de presente y pasado al ser morada de varias generaciones, y testigos del florecimiento de la vida, así como de la llegada de la muerte y también del amor.
Uno de los elementos importantes de la casa es el desván, en donde se acumulaban recuerdos de varias generaciones, como baúles, sombreros, libros, espejos y fotografías de muertos, pero también imágenes de santos y otros objetos que alguna vez significaron algo para alguien o que hasta podrían tener toda una historia tras de sí. Es el lugar en el que, según Martín Garzo, se comunican lo profano y lo sagrado, la vida y la muerte, lo cual puede lograrse en la literatura a través de los caminos y puentes que tiende la imaginación. «Creo que la imaginación es precisamente la facultad que me permite ahondar en la realidad, penetrar en esas zonas más ocultas, es la que nos devuelve el verdadero peso de lo real».
Cuenta el autor que en su novela los fantasmas y los secretos comparten escenario con el amor. «El amor en todas sus variantes más diversas. Probablemente porque el amor y la muerte son las dos experiencias centrales y más extremas de la vida y por lo tanto hablar de una es necesariamente hablar de la otra».
También incluye una evocación de los traumas que dejó en su gente la Guerra Civil Española, los cuales generaron temores tan grandes que obligaron a la gente a callarlo por generaciones, con el miedo de que volviera a ocurrir, puesto que cualquiera podía vivir cerca de alguien que durante la guerra fue verdugo de sus antepasados. «Yo, desde pequeño, lo que percibí, más que los relatos de la guerra, fue el silencio que la guerra generó en ese lugar. Y el silencio es muy literario porque nos obliga a preguntarnos qué esconde. Lo literario es aquello que me obliga a interrogarme acerca de lo que hay allí. Cada una de esas preguntas contiene el germen de una historia», remató el autor.
Gustavo Martín Garzo / Foto: Luz Karime Palacios