La guerra ha generado millones de desplazados que abandonaron el campo por supervivencia teniendo que vivir en condiciones infrahumanas en los cinturones de miseria de las grandes ciudades y creando la cultura de las comunas en la cual se impone el dominio del más fuerte.
Héctor José Corredor Cuervo
Especial
Si se tiene en cuenta la definición dada en los diccionarios que cultura es «el desarrollo del conocimiento que debe tener el hombre para actuar frente asimismo, frente a la sociedad, frente al constante desarrollo económico y político del mundo» tendremos que decir que Colombia, como otros países de la América Latina, sufre actualmente una situación de crisis en su desarrollo cultural derivada de diversos factores como son la deshumanización del sistema, la situación permanente de guerra, la indolencia de la clase dirigente, la carencia de maestros competentes, la falta de estructuras y de apoyo para el cultivo de las artes y de las letras.
El sistema económico de Adam Smith, en el cual prima la ganancia, lleva consigo el germen anti-humanista en la propia constitución mecánica de la oferta y la demanda. El mercado no conoce las personas, no acepta las relaciones humanas que permitan a todos los hombres el tiempo suficiente para educarse y para dejar a su familia el legado cultural representado en principios y valores. El concepto del hogar se ha venido perdiendo debido a que el hombre y la mujer tienen que sacrificar la educación y formación de sus hijos por la necesidad de vender su trabajo, como una mercancía, para poder satisfacer las necesidades básicas de alimentación, techo y vestido. Los mejor remunerados tienen que dejar la culturización de sus hijos a personas o entidades que no tienen las condiciones adecuadas. Las familias que conforman el ejército de desocupados han creado la cultura del «rebusque» para poder subsistir en la cual el que sea más listo puede lograr una mejor ganancia para educar a sus hijos.
La situación de guerra generada desde la misma independencia por ambiciones políticas ha facilitado la colonización cultural y económica de los países que han colaborado en la solución de los conflictos internos. A ellos se les ha tenido que vender o entregar para su explotación nuestros mejores recursos y aún parte de nuestro territorio. La cultura nacionalista basada en el patriotismo, en el respeto a las creencias, en el amor a la lengua castellana, el gusto por la música y el amor a las propias instituciones ha perdido poco a poco su vigencia y vemos hoy con angustia el colapso de nuestra soberanía, de nuestra economía y de nuestra libertad.
La guerra ha generado millones de desplazados que abandonaron el campo por supervivencia teniendo que vivir en condiciones infrahumanas en los cinturones de miseria de las grandes ciudades y creando la cultura de las comunas en la cual se impone el dominio del más fuerte.
La clase dirigente a través de la historia ha demostrado su indolencia e indiferencia pues solo se interesa en mantener el poder y no en la satisfacción de las necesidades de su pueblo. Esta ha venido hipotecando el país hasta llegar a la crisis económica actual en la cual se han tenido que vender los mejores activos y gastar las reservas internacionales para pagar los intereses de la deuda externa. La crisis política, que ha permitido la intervención abierta de los países poderosos en los asuntos internos y la invasión cultural por todos los medios de comunicación hace presagiar la perdida de nuestra identidad, de nuestro idioma, de nuestra propia cultura en corto tiempo si no hacemos algo. La clase dirigente no ha demostrado el interés por mejorar la cultura del pueblo pues es más fácil mantener el poder con gente ignorante y necesitada a la cual se le puede comprar la conciencia con falsas promesas o un empleo. Esta se educa en el exterior donde aprende las teorías del arte de gobernar que muchas veces están dirigidas a imponer la cultura de las grandes potencias a cambio de prebendas personales.
La carencia de maestros competentes y la pereza intelectual han permitido el crecimiento de la anti-cultura en todos los estratos sociales; basta observar el comportamiento y el lenguaje utilizado por la juventud en la cual priman las actitudes y las palabras utilizadas por la gente de los niveles más bajos de la sociedad.
No existe en Colombia ninguna clase de apoyo para escritores y poetas de escasos recursos los cuales, aunque sean los mejores, jamás podrán vender sus obras si no las ceden a grandes editoriales para su comercialización a precios irrisorios. Si observamos la historia tendremos que aceptar que los grandes escritores y poetas han tenido que salir del país, muchas veces desterrados, para poder vender sus obras y lograr la fama.
Frente a la crisis de la cultura los colombinos tenemos que adoptar una postura definida; no podrá ser la postura de los que están dentro de los árboles que no tienen una perspectiva de la selva ni la de quienes creen que la cultura desaparecerá sola. Para unos ese problema de la crisis de la cultura no existe para otros ese problema se resuelve solo. Tenemos todos que reflexionar y hacer algo por Colombia y por la cultura de este país tan bello que Dios nos dio para vivir.
«Un pueblo inculto es un pueblo bárbaro expuesto a su exterminio y dominación por otro más fuerte».