Niños con desnutrición severa y múltiples enfermedades asociadas a la desnutrición.
Rafael Camargo
La Orinoquía
165 niños y niñas en La Orinoquía que padecen enfermedades asociadas a este grave fenómeno, presente en otras regiones del país.
Luego de varias semanas recorriendo las zonas más apartadas de los departamentos de Meta, Vichada y Guaviare, organizaciones de derechos humanos encontraron una situación crítica de desnutrición en los niños y niñas indígenas de las comunidades Sikuani, Jiw, Piapocos y Nukak.
Las misiones humanitarias adelantadas de control para los derechos humanos en Colombia, con el acompañamiento de nutricionistas y médicos adscritos a las entidades municipales y departamentales, permitieron valorar el estado nutricional de doscientos cuarenta y tres (243) niños y niñas, de los cuales el 68% (165 casos) padece enfermedades asociadas a este fenómeno presente en otras regiones del país como el departamento de La Guajira.
Los menores de edad habitan en los resguardos y asentamientos de Puerto Concordia y Mapiripán (Meta), San José del Guaviare (Guaviare) y Cumaribo (Vichada), y pertenecen a las comunidades indígenas de las etnias Sikuani (44%), Piapocos (21%) Jiw (30%) y Nukak (5%).
Niños con desnutrición severa y múltiples enfermedades asociadas a la desnutrición, así como varios casos de muertes de menores de cinco años de edad que no son reportados a las autoridades, son algunas de las denuncias realizadas por los líderes de los resguardos a la Defensoría del Pueblo.
La delicada situación para los menores de edad en estas comunidades, además de estar asociada a una carencia de alimentos y una dieta adecuada, tiene relación con enfermedades por parasitosis y problemas de saneamiento básico.
De la misma forma, las enormes distancias entre los centros urbanos y los asentamientos indígenas, la escasez de vías y medios de transporte, sumado a la falta de presencia de las EPS y su personal médico hasta los resguardos, agravan el panorama de las etnias, en particular de los niños y niñas.
Las comunidades afirman que cuando solicitan una ambulancia para recoger a las personas enfermas de gravedad nunca llega, y que las brigadas de salud esporádicas se limitan a la vacunación, dejando de lado temas relacionados con la higiene oral y la desparasitación.
En misiones humanitarias, se logró corroborar la falta de agua potable, hábitos inadecuados de aseo personal, problemas de higiene con los utensilios de uso doméstico, inadecuada manipulación de los alimentos y deficiente manejo de los desechos, circunstancias que contribuyen a la propagación de malestares gastrointestinales como la diarrea, así como de infecciones en la piel que afectan de manera directa a los niños y niñas menores de 5 años.
El escenario es tan crítico que durante la visita humanitaria a Cumaribo (Vichada), en las 11 comunidades indígenas visitadas se encontraron tres (3) casos de desnutrición severa, viéndose obligados los funcionarios de la Defensoría del Pueblo a coordinar con las autoridades médicas del municipio el traslado inmediato de estos niños, cuyas edades no sobrepasan los dos (2) años, para iniciar los respectivos procesos de tratamiento y recuperación en centro hospitalario.
Vale destacar el caso de un niño del asentamiento Metiwa, quien con un año y medio de nacido registra un retraso grave en su desarrollo psicomotriz (no logra gatear ni caminar), además de presentar dificultades adicionales como macrocefalia y desnutrición severa, todo como consecuencia de la falta de atención médica oportuna, pues ni siquiera había sido vacunado.
Ante la falta de respuesta de la EPS Mallamas para prestarle atención a este menor de edad, se gestionó con el Hospital de Cumaribo una ambulancia para proceder con su traslado y llevar al niño y a su madre a dicho centro médico para así iniciar el proceso de recuperación.
El mismo procedimiento fue adelantado en el Gran Resguardo Unificado Selva Matavén, comunidad Tswaliwali (sector Aiwakuna Tsepajibo, ubicado a tres horas por río de la cabecera municipal de Cumaribo), desde donde una bebé de dos meses, con diagnóstico de desnutrición proteico calórica severa, fue remitida junto a su madre al hospital del municipio para recibir una atención adecuada que garantice la vida de la niña.
Esos son apenas dos ejemplos de los muchos que fueron informados por las mismas autoridades indígenas, y que en muchos casos ocasionan la muerte dentro de las comunidades ante la imposibilidad de recibir atención por parte de las EPS que operan en Vichada (Mallamas y Comfamiliar).
Resulta preocupante que la mitad de los niños evaluados no estaban vinculados a ninguna EPS, situación agravada por el hecho de que el 30% no cuenta con un registro civil que lo identifique.
Así las cosas, y además de requerir la intervención del Ministerio de Salud, del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y de los organismos encargados de auditar la labor de los prestadores de salud en esa zona, se requiere el concurso de la Registraduría Nacional del Estado Civil para que realice jornadas de documentación y registro en las diferentes comunidades, se precise la situación de estos niños y a partir de allí se articulen los programas estatales encaminados a garantizar los derechos fundamentales de la población infantil en los resguardos de estas apartadas regiones del territorio nacional.
Así viven los indígenas en las zonas más apartadas del oriente colombiano.