Con la excusa de evitar pelear, el cónyuge siempre calla ante los problemas o los reproches del otro.Pero finalmente, lo que logra con esa actitud es generar a futuro una pelea mayor.
Hay ciertas conductas que, al principio de la relación, pueden pasar inadvertidas. Pero con el tiempo y a son de repetirse día a día o de manera constante se van volviendo una pesada carga, a tal punto, que en muchas ocasiones, son motivo del rompimiento de la pareja.
Comportamientos como espiar el celular del cónyuge para saber cuáles son sus contactos, a quién llamó o con quién se comunicó en el whatsapp; escuchar a escondidas sus llamadas telefónicas; criticar con frecuencia a sus familiares, exigirle constantemente que cambie o darle cantaleta hasta más no poder, son malos hábitos que terminan incluso, con la más sólida relación amorosa.
Con a la colaboración de la médica sexóloga y terapeuta de pareja Carolina Londoño Gutiérrez; el psicólogo, sexólogo y terapeuta de pareja Laurent Marchal y el consultor matrimonial del grupo Jesús Salva mi Familia, esto fue lo que se encontró:
Espiar (el celular, e-mails y llamadas)
Todos tenemos derecho a un espacio de intimidad y este no se pierde por tener pareja.
Además de ser un comportamiento ilegal espiar el celular, apropiarse de las claves del otro para entrar a su Facebook y ver a quien le da me gusta o escuchar sus llamadas a escondidas, este es un comportamiento fatal para la relación porque es una muestra clara de desconfianza y de muy baja autoestima de la persona que lo hace.
Es una falta de amor propio, pues se supone que la relación de pareja debe construirse sobre la confianza. Y tampoco es sano compartir claves en honor al enamoramiento. No puede la persona renunciar a su intimidad.
Criticar a la familia del otro
Criticar a la familia del cónyuge es una herramienta de la que se echa mano con frecuencia cuando se tiene una discusión, porque se sabe que con ella se lastima fuerte al otro. Frases como «tu hermano sí que es alcohólico, yo solo bebo de vez en cuando» , se deben evitar al máximo.
Así sea que la pareja sepa que no tiene la mejor familia, no es sano meterse con algo que es sagrado para ella. Criticar a la suegra, al suegro, a las cuñadas, porque los ven como enemigos, es meterse con un aspecto que hace parte de la intimidad, del sentir del otro y eso también resquebraja el vínculo marital.
Manejar mal el dinero
El mal manejo del dinero es un mal hábito que por lo general termina en quiebra y esta, generalmente, está correlacionada con la separación de la pareja.
Lo ideal es tener un fondo común y un presupuesto que sea un faro que ayude a saber para dónde van. Que no haya exceso de individualismo: exigir, por ejemplo, que el otro pague muchas cuentas, se quede ilíquido, mientras su pareja tiene excedentes y se hace la de la vista gorda.
Que los aportes vayan acorde con las posibilidades de cada uno. Y tener en cuenta que quien se queda en casa está haciendo un aporte supremamente importante, igual o mayor al que da el dinero.
Cantaleta
La repetición de la repetidera sobre una situación aburre a cualquiera.
Como lo decía Eduardo Cabas en su vieja canción: «me tiene loco todo el día con esa cantaleta, a quién le va a gustar la casa con esa fiera suelta» ..
La cantaleta es una ‘estrategia’ para mostrar un desacuerdo cuando no hay una posibilidad de un diálogo franco. Quien echa cantaleta no se siente escuchado y hay que evaluar qué pasa con la comunicación en la relación.
Pelear en público
La pelea en público es una exposición de los problemas que se tienen en el hogar y en la cultura occidental se asume que los trapos sucios se lavan en casa.
Cuando se pelea delante de familiares, amigos o desconocidos se expone algo muy íntimo de la pareja y eso lesiona mucho la autoestima y la seguridad del cónyuge. Una pelea marital en público es el principio de un rompimiento más fuerte, se pierde el respeto del otro y genera cicatrices emocionales que son difíciles de curar.
«Tragar entero»
Ligia Patricia, una contadora pública caleña estuvo casada once años y hace siete se separó. Ella reconoce que fueron varios los malos hábitos que contribuyeron a acabar con su relación de pareja.
Uno de ellos, era siempre quedarse callada, «tragar entero para evitar problemas, para que él no se enojara» .
Así que cuando él no ayudaba en las labores del hogar ni en las tareas de los niños, por ejemplo, ella, por mucho que le molestara esa actitud de su esposo, prefería guardar silencio. Y nunca sacaba el tiempo para hablar con tranquilidad sobre estos asuntos que tanto la disgustaban.
«Después de que sucede el disgusto uno lo deja pasar, todo se olvida, se enfría y a la final se deja así» , comenta hoy a los 40 años.
Otro mal hábito en su pasada relación era el mal manejo del dinero por parte de su esposo. Le gustaba endeudarse, a veces sin necesidad y después sufría porque no tenía cómo pagar.
«No me consultaba cuando iba a tomar el crédito o si me comentaba y le decía que yo no estaba de acuerdo, no me hacía caso e igual lo hacía. Pero cuando no tenía cómo pagar entonces sí me tenía en cuenta solo porque ya necesitaba mi ayuda económica» .La celopatía es una enfermedad. El celoso crea imágenes donde no las hay, tiene desconfianza absoluta, no se auto valora. La víctima de celos debe entender que el otro es el que está equivocado y que debe buscar ayuda.