La bandera de protocolo colgada junto a un letrero de ‘Peligro, alto voltaje’. ¿Será que los enemigos de la paz, lograran su objetivo de prolongar la guerra? Foto: Efraín Herrera.

        Desde hace más de medio siglo nuestro país desea la paz, para esto se han alcanzado pasos que permiten la construcción de una paz estable y duradera, el paso a seguir para materializar este deseo, es aprender a pensar y  a sentir distinto para un hacer diferente. Aprender a reconocer las particularidades de los territorios y concertar nuevos pactos sociales que permitan una sana convivencia.

Para construir la paz será necesario sembrar la confianza en las instituciones y organizaciones sociales. También será fundamental la generación de nuevas capacidades que permitan concertar los rumbos de nuestros territorios. Necesitamos nuevos liderazgos para reconocer que los conflictos se pueden tramitar a través del diálogo y no de la violencia, buscando soluciones innovadores para las conflictividades en la vida privada como pública, para que aprendamos a hablar un lenguaje de paz común que reconozca nuestras diferencias y cosmovisiones.

A partir de este deseo surge una estrategia para la paz y la convivencia, un referente conceptual para que las diferentes instituciones, organizaciones, sectores y actores emprendan procesos de fortalecimiento de capacidades para la paz.  Es también, un insumo de política pública desde la cual la institucionalidad estatal desarrolle las capacidades, de hacer nuevas cosas, desaprender, innovar, activar la creatividad y desarrollar las capacidades relacionales para la institucionalización del diálogo como mecanismo para abordar las conflictividades.

El objetivo principal  consiste en desarrollar y fortalecer las capacidades claves en actores sociales e institucionales, públicos y privados, a nivel central y territorial, como apuesta indispensable para la construcción de paz a largo plazo.  

Colombia, sueña con la paz. Colombia aspira que las nuevas generaciones, no conozcan la guerra.