Caballo Loco fue un jefe indio que cambió la historia de los Estados Unidos al infligir al país una de las mayores derrotas del Siglo XIX. Dejó este mundo un 5 de septiembre de 1877 después de que un soldado del ejército norteamericano le clavara una bayoneta a traición, y por la espalda.
Primicia Diario
Un genio militar que doblegó a Custer en Little Bighorn; un líder carismático que galvanizó a sus hombres contra los «wasichus» (hombres blancos) en defensa de sus ancestrales tierras; y un bravo guerrero que se lanzaba al combate al grito de «¡Hoka Hey!» («¡Hoy es un buen día para morir!»). Así fue Caballo Loco, el legendario jefe indio cuya audacia infligió a los Estados Unidos una de sus más significativas derrotas del siglo XIX. Sin embargo, su destino final distó de la gloriosa caída en batalla que anhelaba; encontró la muerte el 5 de septiembre de 1877, no en combate abierto, sino por la traición de una bayoneta clavada por la espalda por un soldado del ejército norteamericano.
El Nacimiento de un Guerrero
Caballo Loco, cuyo nombre de nacimiento se perdería en la historia a favor de su renombre guerrero, vino al mundo en 1842 en los vastos territorios que hoy conforman Dakota del Sur. Su infancia, marcada por la temprana pérdida de su madre, lo vio crecer bajo la tutela de su padre, también llamado Caballo Loco y reconocido «hombre medicina». Según el historiador Gregprop Doval en «Breve historia de los indios norteamericanos», el joven Caballo Loco desarrolló una fortaleza precoz: «Antes de cumplir los doce años ya había matado su primer búfalo y montaba su primer caballo».
Sus años formativos estuvieron inmersos en la brutalidad de las matanzas perpetradas por el ejército estadounidense contra las tribus nativas, forzándolas a abandonar sus hogares ancestrales para ser confinadas en reservas. A los dieciséis años, adoptó el nombre de su padre y, pese a ser herido en una pierna, participó exitosamente en su primera incursión como guerrero. Desde entonces, a fuerza de valor y proeza en innumerables combates contra los norteamericanos, Caballo Loco cimentó su lealtad entre los suyos, ascendiendo de guerrero a un respetado líder militar.
La Victoria Inmortal
La cima de su genio militar se alcanzó en la Batalla de Little Bighorn, el 25 de junio de 1876. Aquel día, Caballo Loco, ya líder de los sioux oglala, y en alianza con el gran Toro Sentado, propinó una devastadora derrota al Séptimo de Caballería bajo el mando del teniente coronel George Armstrong Custer, a quien los nativos conocían como «Cabellos Largos». Custer, enviado para doblegar la voluntad india y recluirlos en reservas, no solo fracasó, sino que, con una temeridad imprudente, lanzó a sus escasos 200 jinetes contra una fuerza nativa de 1.200 guerreros, sellando su propia aniquilación y la de sus hombres.
Un Amor Prohibido
La vida de Caballo Loco no estuvo exenta de pasiones turbulentas. Desde joven, su corazón fue cautivado por la encantadora Mujer de Búfalo Negro. A pesar de que ella ya estaba casada, Caballo Loco persistió en su amor, una situación que, al ser descubierta por el furibundo esposo, culminó con una bala en la mandíbula del joven guerrero. Aunque sobrevivió, la cicatriz lo acompañaría de por vida, y se vio forzado a resignarse a la pérdida de su amor. Curiosamente, la Mujer de Búfalo Negro regresaría con su esposo, para luego dar a luz a un hijo que «misteriosamente» compartía la misma cabellera de Caballo Loco.
La Venganza y la Persecución
La victoria en Little Bighorn, lejos de significar paz, desató una campaña de venganza implacable por parte de los Estados Unidos. La opinión pública, sedienta de sangre, impulsó al gobierno a confinar a los nativos en reservas a cualquier costo. Generales como George R. Crook y el Coronel Nelson A. Miles (conocido como «Chaqueta de Oso Miles») recibieron órdenes de hostigar sin tregua a las tribus, sin importar que la derrota de Custer se debiera a su propia temeridad.
El invierno trajo consigo un sufrimiento atroz. El frío, el hambre y la escasez de municiones empujaron a muchas tribus al nomadismo y a la desesperación. Historiadores como Gregorio Doval y Dee Brown, en su obra «Enterrad mi corazón en Wounded Knee», documentan la brutalidad de las condiciones que llevaron a los indios al límite de la subsistencia.
Resistencia Final
La desesperación, unida a la promesa de parlamentar, llevó a Caballo Loco a considerar la rendición. A pesar de su escepticismo hacia los «casacones» (soldados), sus consejeros lo persuadieron de buscar una tregua. Con bandera blanca en mano, se presentó junto a ocho de sus hombres ante el campamento del Coronel Miles. Sin embargo, la traición se consumó: mercenarios indios, al servicio de los blancos, abrieron fuego, cobrándose la vida de cinco de sus hombres. Caballo Loco, ileso por fortuna, comprendió la perfidia y decidió huir, desvanecida la poca fe que le quedaba en las promesas de los colonos.
Pero Miles no cejaría en su persecución. El 8 de enero de 1877, en Battle Butte, logró dar alcance a Caballo Loco. Con munición escasa, el jefe sioux, apoyado por guerreros de extraordinario ingenio táctico, logró engañar y castigar a los soldados mientras el grueso de su fuerza se retiraba a través de las Wolf Mountains. Esta, su última batalla, fue una victoria de la astucia y el valor sobre la superioridad armamentística, forzando la retirada del pomposo ejército estadounidense.
La Agonía de un Héroe
Con 900 sioux oglala aún a su lado, Caballo Loco logró alcanzar las tierras del río Powder, en el noroeste de Estados Unidos. Sin embargo, el acoso del ejército persistía, sumiendo a los nativos en un ciclo de hambre, frío y desesperación. El General Crook, al ver la tenaz resistencia, recurrió a la intriga, ofreciendo «grandes ventajas políticas» a otros jefes indios (como Cola Moteada y Nube Roja) para que persuadieran a Caballo Loco de rendirse y retirarse a una reserva.
La promesa de una reserva en el territorio del Powder resultó ser el cebo definitivo. Nube Roja transmitió la oferta de una «retirada honrosa», y el 5 de mayo de 1877, en Fort Robinson, Caballo Loco finalmente rindió sus armas. Como describe Dee Brown, «Los 900 oglalas supervivientes se estaban muriendo de hambre […] los guerreros carecían de munición y los caballos parecían sacos de huesos. La promesa de una reserva en el territorio del Powder era todo cuanto hacía falta para que, por fin, Caballo Loco ofreciera su capitulación».
«El último de los jefes guerreros de los sioux acababa de convertirse en un indio más de las reservas; desarmado, sin caballo, sin autoridad sobre los suyos y prisionero de un ejército que jamás había logrado vencerle en el campo de batalla», concluye el experto.
El Misterio de su Captura
La captura de Caballo Loco está envuelta en la controversia y la ambigüedad, con versiones que difieren significativamente. Dee Brown sugiere que, asqueado por la desobediencia de sus hombres, Caballo Loco abandonó sin permiso el campamento de la reserva para regresar a sus tierras. El General Crook, alertado, ordenó su arresto, pero Caballo Loco fue advertido y logró huir temporalmente a la reserva de un amigo, donde finalmente fue capturado.
Gregorio Doval, por su parte, afirma que Crook ordenó el arresto bajo la sospecha de que Caballo Loco organizaba una rebelión, aprovechando que el jefe había salido del fuerte para llevar a su esposa enferma con sus padres. La versión del gobierno de EE. UU. en su web oficial indica que las negociaciones en Fort Robinson se rompieron debido a errores de traducción, llevando a su detención y encarcelamiento.
La muerte de Caballo Loco, poco después de su captura, es quizás la parte más oscura y controvertida de su historia. La versión más aceptada, apoyada por historiadores como Brown y Victoria Oliver («Pieles Rojas»), sostiene que fue un acto de traición. Llevado a Fort Robinson con el pretexto de una reunión, Caballo Loco fue engañado y conducido hacia una celda. Al percibir la encerrona, forcejeó, y un soldado, William Gentles, le clavó una bayoneta en el abdomen.
«Otra trampa de los blancos, dejadme morir luchando», se dice que gritó Caballo Loco mientras era inmovilizado, un eco amargo de su grito de batalla. Murió esa misma noche, el 5 de septiembre de 1877, dejando tras de sí el legado de un guerrero invicto en el campo de batalla, pero sucumbido a la perfidia. Su figura perdura como un símbolo de la resistencia indígena y la tragedia de la conquista del oeste americano.
Desde joven se había enamorado de una mujer encantadora llamada Búfalo Negro. Desgraciadamente esta mujer se había casado con otro pero Caballo Loco no renunciaba a sus amores con ella. Cuando el furibundo marido de Mujer de Búfalo Negro los pescó en romance, hirió a Caballo Loco con una bala en la mandíbula. Posteriormente esta adúltera mujer regresó con su ultrajado esposo solo para parir a una criatura que «misteriosamente» tenía la misma cabellera que Caballo Loco.
El Memorial Nacional Monte Rushmore (en inglés, Mount Rushmore National Memorial), es una monumental escultura tallada en una montaña de granito situada en Keystone, Dakota del Sur. Conmemora el nacimiento, el crecimiento, del héroe indígena Caballo Loco
En este monumento se rinde un homenaje de Sagrada Familia a lo americano, una obra mastodóntica que se inició hace más de medio siglo y será la estatua más grande del mundo con unas medidas de 195 metros de ancho por 172 de altura.. Todas las caras de los presidentes del monte Rushmore caben sólo en la cabeza de la estatua de Caballo Loco.
bbc
.wikipedia.org