Cultura, TOP

Mario Sirony «Poeta del rocío»: ALTA CIFRA DE LA INTELIGENCIA QUINDIANA

Mario Sirony grabó en su sangre los palpitantes versos de Rubén Darío: Sabía de cierto que la piedra es dichosa pues no es sensible a los golpes de la vida y el dolor; le   cabía en la calentura de su cabeza, que la mayor pesadumbre es sentirse vivo; que además de las alegrías pasajeras de la juventud, el alma encallece con el sufrimiento; la zozobra interior de estar vivos, el eterno y raro frenesí existencial.

 

 

 

 

 

Antonio Valencia Salazar

Hay seres que pasan por la existencia, misteriosamente tocados por el hálito de la santidad, cobijados por la humildad de sus días, sobrecogidos por la rara mezcla de su asombro interior y estremecido por el milagro de la vida. Son los poetas, sensibles a la naturaleza de las cosas, de los paisajes, el eterno ir y venir en el reflujo de los siglos de la humanidad, doliente o risueña en tan pocas ocasiones. Almas sensibles frente al espectáculo iluminado de los días, el esperanzado amanecer, o el crepúsculo cargado con las anunciadas sombras de la noche…

Poeta sí que lo fue Mario Sirony Vega Salazar que en la barcaza de Caronte traspasó el mar de la muerte, dormido en la paz de su corazón que supo en vida perdonar la ligereza verbal de tantos mortales. Poeta sí, de estro elocuente, privilegiado de las musas para cantar a su tierra Salento y la terrígena heredad que es todo el Quindío, arrullado en sus sueños de cantor vernáculo. Rapsoda sí, Mario Sirony Vega quien trajino todos los senderos de la belleza, las mujeres de su tierra para elevarse en la poesía.

Mario Sirony grabó en su sangre los palpitantes versos de Rubén Darío: Sabía de cierto que la piedra es dichosa pues no es sensible a los golpes de la vida y el dolor; le   cabía en la calentura de su cabeza, que la mayor pesadumbre es sentirse vivo; que además de las alegrías pasajeras de la juventud, el alma encallece con el sufrimiento; la zozobra interior de estar vivos, el eterno y raro frenesí existencial.

Marchó al misterio de la vida y de la muerte este sencillo compañero de viaje; ligeras sus maletas, desnudo de egoísmos y efímeras alegrías si las tuvo durante su periplo terrenal. Nos va siendo más diáfana su silueta de hombre humilde, enfundado en el negro gabán que cubría su magra figura y su voz musitada con acento en tono menor que lo hizo proverbial en la tertulia de café, o los recintos académicos.

Mario Sirony buceó en las encrucijadas sagradas del sacerdocio; renunció a ser «hombre de Dios» pero alcanzó al diaconado. Por ello también en su corazón y sus labios hizo eco la misericordia de los responsos por los fieles difuntos en muchos años de piadoso ejercicio.  Y fue educador de juventudes, que le permitió una buena cultura universal para pulimentar su valiosa producción literaria. En las entrañas de su alma, prefirió conocer el grave torbellino de la vida, la impronta de la Humanidad con todo su desvarío y locura. Y hombre, en los umbrales de la santidad, aceptó la senectud, se contagió de sus altos años, acogió como hermana suya la enfermedad postrera y tomó, sencillo y claro, el sendero de la eternidad y el final de las cosas.

De su rítmico y musical canto, conceptuaron maestros literarios de renombre: «Cierta musiquilla cordial», cierta franciscana ternura aflora a sus poemas dijo Jorge Montoya: Toro; «Lo llamaría el poeta del rocío», apuntó Rafael Lema Echeverry; «Una de las voces líricas más vigorosas y trascendentales de la nueva poesía”, según Héctor Rojas Castro: «He sentido por su poesía la devoción de quien encuentra reveladas algunas dimensiones de su propio espíritu» explicó Abel Naranjo Villegas. Y Rafael Maya: Es la suya una poesía sin declamación ni énfasis, antes bien asordinada, pero muy expresiva no es flor acuática, es guija que resplandece en el fondo».

El poeta nació en Salento, Quindío, el 6 de julio de 1923, egresó de la Universidad Católica del Ecuador, área de teología. Su obra, « Ámbito del Ruiseñor; Invasión del Rocío; Celestre Umbral; El mar canta en los Puertos, inédito. Preparaba su Antología de la Poesía Festiva; Orden de la Merced, Historia de un camino y obra periodística en dos volúmenes. Paisaje Interior» es su antología de gran factura literaria. Murió el 4 de diciembre 2019 a los 96 años 5 meses de edad en Bogotá, vida fecunda, laboriosa y sencilla, de humildad y humanidad probadas.

El poeta nació en Salento, Quindío, el 6 de julio de 1923, egresó de la Universidad Católica del Ecuador, área de teología. Su obra, «Ámbito del Ruiseñor; Invasión del Rocío; Celestre Umbral; El mar canta en los Puertos, inédito. Preparaba su Antología de la Poesía Festiva; Orden de la Merced, Historia de un camino y obra periodística en dos volúmenes.