Jaime Rico Salazar
Un largo camino en nuestro cancionero recorrió Berenice Chaves, porque desde muy pequeña estuvo cantando en los mejores escenarios colombianos e internacionales, primero con su hermana mayor, Cecilia y después como solista.
En el hogar de don Isidoro Chaves y de doña María Antonia Cifuentes llegó al mundo Berenice el 12 de junio de 1926. Cecilia había nacido antes, el 19 de mayo de 1924 y también hubo otro hermano Luis Alberto que falleció.
Don Isidoro que tocaba el tiple pronto descubrió que sus hijas cantaban muy bien. Cecilia hacía la primera voz y Berenice manejaba con facilidad la segunda, sin que nunca hubieran recibido alguna educación al respecto. Las niñas eran una sensación cantando con el respaldo que les daban Arnaldo Romero en la guitarra y don Isidoro en el tiple.
En el mes de agosto de 1934 ya figuraban en los programas que realizaba Jorge Añez en el Teatro Faenza cuando recientemente había regresado de Nueva York, alternando con las mejores figuras artísticas de la época. Vestidas como campesinas ocupaban el centro de las fotografías en los afiches callejeros con que promocionan estos eventos.
En la emisora Nueva Granada, que entonces estaba ubicada en la calle 16 con carrera 4ª de Bogotá comenzaron sus presentaciones radiales. Los principales centros artísticos de entonces las reclamaban con insistencia, pero don Isidoro siempre se opuso a presentarlas en sitios que no fueran las estaciones de radio. Sus años de infancia y adolescencia transcurrieron en esa forma hasta que en 1941 Cecilia se enamoró y decidió contraer matrimonio. Entonces Berenice continuó su carrera como solista.
El repertorio que cantaban eran los bambucos «Disimulemos», «El carbonero», «Van cantando por la sierra», «El guatecano», las canciones que había popularizado Jorge Añez y todo el repertorio de Alejandro Wills: «Por el senderito», «Tiplecito de mi vida». Con Berenice tuvo una excelente amistad. Algún día la llamó a escondidas de su esposa Conchita y le enseñó el bambuco «Hasta mañana». En 1942 Wills se sintió muy enfermo, los médicos le recomendaron un cambio de clima y se fue para Girardot. Pero los días de Wills ya estaban contados. Un grupo de amigos y artistas lo fueron a visitar y darle el último adiós. Entre ellos iba Berenice. Entonces Wills le pidió que cantara el bambuco que furtivamente le había enseñado y además le solicitó el favor de que lo cantara en su funeral. Le dijo que si no lo hacía «le jalaría las patas”…
Unos días después, el 9 de febrero de 1943 falleció Wills y su funeral lo hicieron en Bogotá. Llegado el momento de depositarlo en la fosa, Conchita, le recordó a Berenice la petición que le había hecho en Girardot de que le cantara «Hasta mañana». Pero no pudo cumplir la promesa. Un nudo en la garganta le atoró la voz y no pudo cantar… Era muy difícil el momento…
Antes de darnos al sueño
suele mi dulce adorada
en voz muy baja decirme
«amorcito hasta mañana.
Como de morir tenemos
cuando emprenda la jornada
de la que nadie retorna
acércate tú a mi cama
y en vez de gritos y llantos
que no conducen a nada
junta tu rostro a mi rostro
y murmura «Hasta mañana».
Y cuando vayas a ver
mi tumba triste y callada
nunca me digas adiós
dime siempre: hasta mañana…»
En los finales de la década de los años 40 pasó por Bogotá un grupo de artistas paraguayos entre los que estaba el excelente arpista Digno García, que se enamoró de Berenice y cuando éste regresaba de los países del norte, le propuso matrimonio. Hecho que se cumplió el 15 de agosto de 1950 en la ciudad de Lima. Un año después nació en Asunción su único hijo: Alejandro, que hoy es un excelente profesional. Con el grupo de Digno García recorrió los escenarios artísticos más importantes de Latinoamérica, hasta que decidieron terminar con el compromiso matrimonial. En 1961 regresó Berenice a Bogotá y continuó su carrera artística. Grabó para la Philips 10 L.P. y uno con Sonolux.
Como era muy difícil sostenerse económicamente con lo que ganaba como artista se vinculó al Ministerio de Obras Públicas durante 11 años y posteriormente a la Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá en donde trabajó hasta conseguir su pensión de retiro en 1994.
Berenice Chaves fue en su época la cantante más representativa que tuvo la canción colombiana del interior. Persona agradable, sencilla, con un gran sentido del humor, es famosa en los círculos que frecuenta por su mordacidad. Ella contaba que en un importante programa de televisión que se estaba presentando en Bogotá no la contratan. Entonces fue directamente donde el director de programación y le dijo de frente: ¿con quién tengo que acostarme para que me den un programa? Lo que no le pregunté fue si siempre la habían contratado.
Falleció en Bogotá el 7 de septiembre de 2008.
Otra anécdota. Yo hacía una reunión los viernes por la noche en la Academia de Guitarra Latinoamericana en Bogotá y nos acompañó en muchas oportunidades. Varias veces la entrevisté, era muy agradable conversar con ella, pero nunca me quiso decir la fecha de su nacimiento. En un afiche del Teatro Faenza en que anunciaban su participación con su hermana Cecilia en un evento homenaje que le hacían a Jorge Añez, en 1934, está su fotografía. Se la enseñé y le pregunté ¿cuántos años tenías en esa foto? y me respondió sin pensarlo: 8 años.
Entonces le dije: Entonces tú naciste en 1926…y me soltó una palabrota grosera, muerta de la risa porque inocentemente había delatado su edad.
Gracias por esta excelente crónica sobre la extraordinaria Berenice Chaves, lamentablemnete hoy nuestros aristas de la musica autóctona colombiana están olvidados.