A los 77 años de edad, murió el ultimo líder, estandarte del partido liberal, ese partido que nos enorgullecía porque representaba a los a los pobres de solemnidad, a los negros, a los indios y a los desposeídos.

Pertenezco por historia y convicción a ese partido Liberal del ayer, ese partido que junto con los negros cimarrones del siglo XIX, nos dieron la libertad de la esclavitud, ese partido que lucho contra esclavistas conservadores que aun a última hora, a pesar de que ya no podría haber esclavos en Colombia, se fueron a vender sus esclavos de contrabando al Perú, como los Arboleda de Popayán, incluido el tal Sergio, notorio ahora, pues su nombre ha sido tomado e impulsado por el presidente Duque, para darle relieve a una presunta «Universidad».

Ese Partido que desfortunamente volvió añicos, primero: El frente Nacional (manguala de los partidos) y segundo; el Narcotráfico, convirtiendo el otrora glorioso, en una perversa agencia de empleos, para hacerse ilícitamente al patrimonio al público, propiciados y dirigidos por una camarilla «de oportunistas dirigentes comerciantes y bandidos», que no solo, han pretermitido nuestra moral y buenas costumbres, sino, que nos han enseñado a robar.

Serpa era la excepción, no por lo leal, eso es propio de la gente sincera, seria quizás por su origen humilde: un simple abogado de provincia, hijo de maestra de escuela y tinterillo de pueblo santanderiano: escalando peldaño a peldaño, hasta llegar a las nubes, como en efecto llegó en este país, para brindarnos una moderna constitución como la del 1991.

Denodado defensor de la Paz, mal interpretado por oficiosos malquerientes, incluso con la contumelia y la mentira, atribuyéndole, sin pruebas además, a un hombre de semejante catadura democrática, asesinatos como la del líder Conservador Álvaro Gómez Hurtado, lo cual solo pudo esclarecerse por fortuna, así sea tardíamente por confesión de las FARC; aun estando Serpa precariamente vivo.

¿Cómo pudimos los colombianos cambiar un estadista formado, económicamente parecido a la mayoría de nosotros, por un furtivo farandulero y farolero, propiciador del estado de zozobra y guerra, que aun vivimos en este país, como Pastranita?

-La respuesta la tiene un símil de Guillermo León Valencia: «Comparar a Horacio Serpa con Andrés Pastrana, es como comparar un Águila con una Gallina…»

Horacio Serpa puede descansar en paz; no pudieron contra su buen nombre: «ni el pasquín, ni la muralla: los papeles del canalla», los colombianos en su caso, salimos a deberle y, como dicen los santeros cubanos: que todos los Orichas allá en inmensidad, lo protejan Doctor Serpa.