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Jardines de la Reina: ENTRE ESTEROS Y LABERINTOS

Un universo subacuatico bello

 

Lázaro David Najarro Pujol

Fotos autor y archivo

Los Jardines de la Reina guardan interesantes historias, anécdotas, relatos o  memorias de hombres y mujeres del mar tropical. Pescadores y pescadoras quienes encontraron en los cayuelos y  laberintos un refugio para vivir y fuente de alimentación desde la etapa de los aborígenes.

Historias de hombres y mujeres curtidos por el salitre, la luna, los vientos huracanados y temporales, de cuyos rostros emergieron arrugas profundas causadas con el transcurrir de los años.

Recorrieron en canoas, rudimentarias embarcaciones, botes veleros o chalanes a remo a favor de la corriente, cientos de millas desde tierra firma para erigir rusticas cabañas, chozas o caserones construidos con los troncos arrastrados por las corrientes y  el mangle rojo que crece en estos parajes alejados del hedor de las costas cenagosas o el olor a tierra para sentir el limpio aroma del Caribe.

Bajareques con techos de recias pencas del yuraguano que crece en  los cayuelos de disímiles especies autóctonas en un panorama verde como el propio color de la mar, donde en las noches apacibles se duerme con la armonía del rugido de las olas contra la rompiente hasta la luz del crepúsculo para comenzar una nueva vida al percibir la mañana en ese mundo maravilloso y silvestre de  mangles sobre suelos hidromörficos

Las paredes de los rudimentarios caserones se cubrían en épocas lejanas con las pencas de guano de resistente fibra para evitar que en el invierno se colara por las hendijas el viento helado que sopla desde el Este, Oeste, Sur o  Norte. Eran chozas con piso de arena de mar, conchas  y caracoles dentro de una especie de trapa con troncos de Mangle rojo para evitar que en período de fuertes temporales fueran desprendidos por las marejadas del Caribe.

Primero pescaban en los laberintos o a la zambullida o con rudimentarios arpones o lanzas construidos de Mangle rojo con la punta afilada hasta que llegó el bichero; el cordel, el anzuelo, las plomadas, y la atarraya para capturar las sardinas que sirven de carnada y atracción para atrapar a los peces.

Luego se aventuraban al sur de los laberintos dejando la larga línea verde de la plataforma y cabalgando hasta el mar azul profundo y tenebroso en busca de mejores capturas.

Las manchas de bonito suelen encontrarse en el golfo oscuro custodiados de las gaviotas, fuera de la vista de las cayerías, donde el mar es más grande y el viento sopla muy fuerte,

Hoy todo ese universo marino forma parte  del Parque Nacional Jardines de la Reina, a sur de las provincias de Granma. Camagüey, Ciego de Ávila y Sancti Spíritus que distingue por la fuerte manifestación de distintas especies marinas. Es el más conservado de los grupos insulares cubanos debido a su aislamiento geográfico, según estudios en el que participaron alrededor de 50 especialistas de 17 instituciones del país.

Enriquecen sus 360 kilómetros de extensión el hermoso paisaje de 661 cayos, entre los que sobresalen los agrupados en el Laberinto de Las Doce Leguas, frente a la costa meridional de Camagüey y Ciego de Ávila, embellecido por el horizonte esplendoroso y rico en diversidad marina de Cabeza del Este, Cayo Bretón, Cachiboca y Cayo Rancho Viejo….

En estos parajes la evolución y relativa juventud geológica (Pleistoceno-Holoceno), y la ubicación geográfica de los cayos de ese archipiélago, «hacen que los procesos de la dinámica litoral evidencien inestabilidad, dada a la no existencia en la mayoría de los casos de una roca que aflore y soporte la estructura actual de los mismos», afirman expertos que participaron en los estudios.

LAS CAYERÍAS

Las cayerías que componen los Jardines de la Reina se caracterizan por tener unidades de panorama de poco desarrollo evolutivo (jóvenes), de extensión relativamente pequeña y gran fragilidad natural, al estar sometida a condiciones físico geográfico extremas derivadas no solo su situación limite entre dos medios naturales distintos (tierra-océano), afirman investigadores cubanos.

Entre ese dédalo de cayos de los Jardines de la Reina. Foto CITMA Camaguey.Diversidad de especies en Las Doce Leguas Foto CITMA

A lo anterior se suma permanecer bajo la influencia de fenómenos y procesos intensos y dinámicos, como fuertes vientos, marejadas, alta evaporación, salinización, sequedad estacional y intenso hidromorfismo, entre otros.

Estos esplendidos paisajes de la geografía cubana sobresalen por el predominio de llanuras acumulativas palustre pantanosas, formadas por depósitos turbo margosos, con bosques, herbazal de ciénega y mangle sobre suelos hidromörficos.

El Parque Nacional Jardines de la Reina se identifica de igual manera por una mar ondulada a ligeramente agitada. Se registran 35 familias de plantas vasculares con 64 géneros y 66 especies, demuestran las colectas de campos.

VEGETACIÓN NATURAL

En su vegetación natural se reportaron en el área de estudio seis tipos de formaciones, especialmente el Mangle rojo y el Mangle prieto. El primero se encuentra con mayor frecuencia «en la línea costera de la interfase tierra-agua, preferentemente en el norte […] llegando a ser la formación más representativa y mayor extensión del archipiélago».

Pueden alcanzar una altura de 8 metros, principalmente en la costa norte de Cayo Caballones, denominada como Mangle Alto. Encanta a la región la existencia del Yuraguano de costa, el Guao, el Icaco y la Uva caleta. A lo que se une la flora introducida de cocoteros y casuarinas en Caballones y Cayo Alcatraz. Pescadores y especialistas testimonian la existencia de una superpoblación de jutías conga, endémica de la mayor de las Antillas, el más grande de los roedores de la ínsula.

LA RIQUEZA SUBMARINA Y FAUNÍSTICA

La inmensa variedad de corales y esponjas diferencian de otros sitios a estos verdosos, espesos y alfombrados cayos: En su universo subacuatico se divisan el Cuerno de alce o coral orejón, predominante en la zona y el Claradocora arbuscula (especie rara en aguas cubanas). Las esponjas están representadas por 27 familias y 60 especies.

Fascina la riqueza  de la fauna en las playas y dunas de los cayos, entre ellos Anclitas, en el que se reportaron 72 taxa de vertebrados terrestre (9 reptiles, 62 aves), mientras que en Cayo Grande observaron 5 taxa de reptiles y 43 de aves.

En tanto, en Caballones en total fueron 58. (Perrito de costa, Bayoya, Culebrina o Correcosta y Jubo de sabana). Destaca en el archipiélago la manifestación del  Cocodrilo americano y la Iguana, en peligro de extinción. Solo 20 son endémicas de Cuba.

La vegetación se hace hermosa en esta Reserva Natural con el revoletear de disímiles aves: el Falco de peregrinus (Halcón de patos),  el Flamenco, el Gavilán de Monte, el Gavilán Batista, el Guincho, el Zunzún, el Garzón, la Bayosa (endémica de Cuba y restringida en este archipiélago), y la Marbella, esta última de hábitos acuáticos, de plumaje y figura majestuosa y estilizada, aunque con poblaciones escasas.

En este parque es abundante la anidación de las tortugas marinas: Caguama, Carey, Tortuga verde y Tinglado. Investigadores defiende la hipótesis que esta zona es la más importante de nidificación de tortuga marina de Cuba. De la misma manera se pueden observar en esos mares la Tonina, el Delfín moteado del Atlántico y el Cachalote.

La Guasa, especie depredadora de gran talla se presencia con cierta .frecuencia en los manglares y arrecifes de esta región, «la cual casi ha desaparecido de otras de la plataforma cubana  y en casi todas las islas del Caribe por la sobrepesca».

De gran curiosidad es el Pez dama o Damero, por su gran tamaño al sobrepasar los diez metros de longitud. Muchos pescadores lo denominan Tiburón ballena. No obstante su veda perpetua se han reportado con cierta frecuencia grandes matanzas de esa especie.

En los golfos de Ana María y Guacamayo, Parque Nacional Jardines de la Reina, más de 30 especies componen las capturas comerciales, aunque según los estudios la cifra puede elevarse a  más de 100 con las localizadas en los arrecifes.

La pesca del camarón, langosta, la biajaiba, el pargo criollo, el caballerote, la cubera, la rabirrubia, el ronco, el patao-mojarra, el bajonao, el machuelo, la lisa y el jurel están entre las especies comerciales en estos parajes.

Con mucha razón el cronista español Antonio Perpiñá en medio del embrujo contempló con asombros esos parajes prácticamente vírgenes, elegantes y espectaculares de la Reina de las Antillas, al describirlo hace más de cien años (1889) como: «país de las palmas, de las brisas y de los perfumes […].la frondosidad de sus bosques, la hermosura de sus aves, lo pintoresco de sus montañas, lo sorprendente de sus cuevas, y lo ameno de sus esteros y de sus oasis sembrados en sus mares formando archipiélagos deleitables, bellos y encantadores».

Barco camaronero en Los Jardines de la Reina