El bando de los revocadores causa grandes daños: prácticamente paralizan la acción de gobierno, el alcalde o gobernador desvía su atención hacia su defensa.
Claudio Ochoa
No importa la pandemia, no preocupa el desempleo, ni el hambre, ni la inseguridad, ni la muerte, ellos, los despilfarradores, están por encima del pueblo miserable, se creen los dueños del país, de sus regiones, y consiguen esta imagen de poderosos gracias al auxilio de algunos comunicadores, de bolsillo o de oficio sensacionalista. Siguen vivitos a través de los medios y de paso en la mente de millones de electores, entre cómplices y pendejos.
El primer plato fuerte en este difícil año es la revocatoria a alcaldes, entre ellos Claudia López y Daniel Quintero, que se han ganado enemigos gratuitos, tocando intereses no santos. Detrás del telón están algunos de ejemplares de la clase política enfermos por el poder y sus gajes, azuzando para que comiencen a actuar los promotores, que ya han registrado 38 solicitudes de revocatoria contra alcaldes en solo este mes, y apenas comienza el año. Aún no les ha llegado el turno a los gobernadores.
Sabemos ya que el país no estaba preparado para estas elecciones populares. Cada vez menos habilitados, en cuanto crece y crece la corrupción. Elecciones para que en el poder se turnen las mafias y los profesionales en arañar del tesoro público. En estos 32 años de “ponerle pueblo a la democracia”, como ingenuamente creyó el doctor Álvaro Gómez, solo ha sido revocado un alcalde, en Boyacá, luego de presentarse más de 120 intentos de revocatorias. Cientos y cientos de procesos penales contra mandatarios que han sido cogidos con las manos en la masa, y no pasa mucho, generalmente alcanzan a terminar su periodo y cuando llega la poca justicia, si es que llega, ya el saqueo está consumado, y se extravió la platica. Imposible avanzar en esto de las revocatorias, por la legislación, por las leguleyadas de quienes luchan para no dejarse sacar del puesto. Ferocidad de parte y parte, hay millones y millones de pesos en juego.
El bando de los revocadores causa grandes daños: prácticamente paralizan la acción de gobierno, el alcalde o gobernador desvía su atención hacia su defensa. Algunos dirigen parte de los recursos públicos a contratar abogados. Si la acción llega al punto de votar para revocar, el funcionario pone su reserva de burocracia y el gasto público en manos de los gamonales, para conseguir votos y ganar la consulta. Si pierde, entonces vendrá la elección del nuevo funcionario. Además de los milloncitos dedicados a la logística, otros milloncitos en reposición de gastos de campaña, para perdedores y para ganador. El promotor de la campaña revocatoria generalmente se lanza al ruedo y le va bien por punta y punta, si gana, gana y gana, si pierde, le espera la reposición de gastos. Toda una cadena de despilfarros, y los verdaderos golpeados se llaman contribuyentes.
El segundo plato que les espera a los despilfarradores se llama consultas de los partidos para escoger sus candidatos, ahora a la presidencial. Informa Canal 1 que la semana anterior se reunieron aspirantes de centro y de centro izquierda (algunos de ellos anteriormente liberales, verdes y derechistas) a la Presidencia de la República, entre ellos uno curtido en el tema, Humberto de la Calle, el multipartidista hoy petrista Barreras, el samperista y santista Cristo (hoy Movimiento en Marcha) y el ahora de Compromiso Ciudadano, Fajardo, para preparar una consulta interpartidista. Entre todos no hacen un candidato digno, ellos lo saben. No les preocupa la pandemia, ni el hambre que crece, primero están sus egos, su juego con los dineros ajenos, los del público.
De nuevo las consultas que no conducirán a nada favorable para el país, si acaso para financiarles el protagonismo a estos personajes, figurar en los medios, lanzarse luego a otros destinos y recibir una platica como reposición de gastos. Ahí están los mismos (de la Calle y Cristo) que en 2017 protagonizaron el escandaloso despilfarro de $ 40 mil millones, con su egocentrista consulta liberal, aprovechando su papel en el Nobel que negoció Juan M. Santos, a ver quién se ganaba la pre candidatura a la Presidencia. La tuvo el primero de ellos y entre ambos solo consiguieron el favor del 2,12 por ciento del censo electoral. Cuarenta mil millones de pesos a la basura para que luego, en la primera vuelta, solo lograra el 2 por ciento de los votos totales.
Recurren a este mecanismo por la debilidad de sus directorios nacionales y locales, caóticos y sometidos a la voluntad de expresidentes de la República y sus amigotes, o de uno u otro ex. Que nada de populares, pues se trata de autoproclamaciones o de escogencias a dedo que entre todos terminamos pagándoles. Con partidos alentados no serían necesarias estas consultas.
Preparémonos pues para aguantar esta otra modalidad de despilfarro, para satisfacer el modus vivendi de estos colombianos, con frecuencia socialmente improductivos: ciertos alcaldes populares, algunos políticos revocadores y determinados especialistas en rebusque de poder y de utilidades. Otra cosa sería de ellos si no tuvieran a la mano el permanente auxilio de la Hacienda Pública, qué tal si les tocara trabajar como lo hacen millones de colombianos, estarían en la calle, una calle bien callejera.
En medio de esta postración nacional por la pandemia y a causa de los tradicionales en la política aparece ahora una propuesta alentadora. La del representante a la Cámara Alejandro Chacón, de unificar la elección presidencial con la de Congreso. Ojalá un grupo de legisladores decentes (que los hay, los hay) acoja y promueva esta iniciativa, que según dice Chacón nos ahorraría $ 700 mil millones, plata libre del despilfarro.