Elecciones que no terminan a pesar de haberse cerrado las urnas desde hace más de una semana.
Carlos Villota Santacruz
Tras el refuerzo de los equipos de campaña de Pedro Castillo –izquierda- y Keiko Fujimori –derecha- de cara a la segunda vuelta presidencial en el Perú, el pasado 6 de junio, no solo no se conoce aún el ganador de manera oficial, sino que además el país está polarizado. Así lo señalan las cifras, traducida en el preconteo y escrutinio. Tan solo separan a los dos candidatos, un poco menos de 60.000 votos.
En otras palabras, el llamado «cuarto guerra», a la luz de la consultoría política sigue «vivo». Lo que sigue vigente es la estrategia del ataque en redes sociales y en el territorio, dejando de lado, ¿cuáles son las propuestas para conducir al país, con una proyección al 2030?, en medio de la pandemia del coronavirus,
que requiere una respuesta inmediata, a partir de un Plan de Gobierno, viable y sostenible en el tiempo.
Ni siquiera, el llamado voto del «fujirismo duro» no se trasladó al escenario electoral. La estrategia del miedo en campaña no funcionó, a pesar que en las últimas semanas su candidatura creció, hasta llegar al día «D». Ni siquiera la tesis que la definición de las elecciones tendría a Lima y el norte del país, como su epicentro, ha logrado, darle la vuelta a la página a este momento complejo, difícil e incertidumbre entre los peruanos.
En términos porcentuales, estos lugares geográficos representan el 60 por ciento de la población habilitada para votar. Lo que se trata, en esta elección es: ¿cuál es el modelo de país que quieren sus habitantes? De entrada, el candidato Castillo anunció en campaña; que no pagaría la deuda externa. Por el contrario –dijo que va a pagar la deuda interna.
Desde mi condición de condición político, de llevarse a la práctica esta acción de Gobierno, el Perú, estaría por fuera de la órbita de la banca multilateral. Un hecho, que ya produjo muchos «dolores de cabeza», en el Gobierno del ex presidente Alan García. La pregunta es: ¿será oportuna esta hoja de ruta, en medio de la pandemia del coronavirus y la crisis de económica y seguridad?
Sería un error grave, que costaría muchas vidas. Sería un mensaje equivocado, al que se le suma la propuesta del candidato de la izquierda de suspender las posesiones mineras, y petroleras. Si bien, es una facultad del presidente de la República, significaba otro «salto al vacío», en medio de una inversión cuantiosa. No hay en el país el dinero para pagarlo. Lo que vendría, sería una demanda ante los organismos internacionales y en menos de 60 días, estaría los ahorros de los peruanos en bancos- serían embargados.
Así las cosas, no es bueno el ambiente interno y externo del país. En menos de medio año, la tierra inca se precipita al abismo. Venezuela se atrasó una década en ese proceso. En el caso del Perú, en 6 meses estaría en una crisis económica y social de no retorno.
No podemos olvidar, además, que Castillo –si llega a ganar en las urnas la Jefatura del estado- colocará en marcha la prohibición de las importaciones. Es decir, el Perú, no cumpliría con los Tratados de Libre Comercio. En ese contexto, es una propuesta salida de tono, que no corresponde a lo que necesitan y requieren sus conciudadanos. Si se aplica, destruiría la economía del Perú. Lo que se requiere, es que el estado, sea un garante de la seguridad económica de la familia, núcleo de la sociedad.
Resultado final de las elecciones en Perú.