Así les llaman hoy en día en Colombia, de manera peyorativa y como adjetivo, para referirse a los jóvenes de la primera línea, que para ellos son todos los que participan y pelean en las ciudades; bloqueando vías y han participado, (ciertos o inventados) en destrozos, de algunos elementos públicos, derribaron estatuas de conquistadores españoles y otros bienes privados.

Aunque la verdadera acepción del término vándalo, es de tribus germánicas del siglo I de nuestra era, muy «tesas» para la pelea,  eran personas altas, de pelo rubio, consideradas por los que tenían el poder: los romanos, como inferiores; de hecho, después de estar sometidos, pero peleando, durante décadas contra el Imperio Romano, propiciaron la caída de este, paradójica y  concomitantemente al lado de otro enemigo: los bárbaros.

Otra cosa nos dice La historia contada por los romanos, quizás avergonzados porque unas simples tribus de pobres y valientes guerreros como los vándalos, lograron doblegar al más sofisticado y duradero imperio, hasta nuestros días. Empero no escribieron su historia, ni su lucha, dejaron que lo hicieran los romanos, obvio tergiversando lo sucedido, presentándolos como tribus bárbaras, atrasadas, que incendiaron y saquearon.

Nuestro diseño constitucional es muy ambicioso, pero imperfecto, dándonos el lujo de tener un paro nacional de cincuenta días, y el gobierno sin oír ni ver, no dándose por enterado; ni siquiera porque protesta vehementemente y con valentía repito, la juventud colombiana.

 Cuando al presidente  se le requiere que se pronuncie sobre el paro, lo hace principalmente, para recriminar y amenazar con cárcel a los que propicien bloqueos u obstrucciones de la vía pública. Esta respuesta se llama Falacia, cuando uno pregunta una cosa y le responden con otra, ejemplo: Qué opina  de las peticiones del comité de paro, señor presidente?; y  Duque siempre responde: los bloqueos son ilegales y les caerá todo el peso de la ley.

Con todo, los bloqueos son un efecto de la causa del paro, de hecho por ejemplo, se bloquean las vías, mientras los manifestantes están caminando callejeramente, exhibiendo su reclamo e inconformidad, por pacificas que se preparen las protestas, se  pueden presentar eventualmente desvíos violentos, por ello, es de buenos gobernantes oír las causas del problema, y no solo las consecuencias.

Ese cuentico, ahora avivado por ex presidente Pastrana, de ingrata recordación, entre otras cosas, socio enmermelado de Duque: «la causa del paro es la injerencia de Venezuela, para desestabilizar a Colombia», es otra prominente Falacia, y los entendidos la llaman la Falacia del «hombre de paja» o del espantapájaros, utilizado por los campesinos, es decir se trata de un señuelo, para engañar a los pájaros, que se comen los cultivos.

Las causas del paro no se solucionan, aupando a la policía al desmedido, violento y mortal uso de la fuerza, menos aplaudiendo actitudes cobardes de civiles, que prohijados subrepticiamente por la policía, disparan contra desarmados jóvenes inconformes o indígenas protestantes, tampoco trasladando el conocimiento del asunto, a inservibles estamentos de control, desafortunadamente cooptados por el gobierno.

Los empresarios de Cali parece que están entendiendo, por donde se empieza a nivelar la ecuación social de la desigualdad, quieren propiciar elementos sociales que innegablemente existen en Colombia, en lugar de estar aplaudiendo balas y represión.