El deporte en tiempos de pandemia.
Esteban Jaramillo O
Espero la vacuna, sin bajar la guardia. Sigo en encierro, en severo confinamiento, sin necesidad de reglas desde el gobierno. El cubrebocas es básico en mi vestuario y vivo a 9-15.
Sé que conservo gusto y olfato y que hasta ahora ganó el combate.
Poco me importa si cierran los bares y los cines y se cancelan las procesiones de semana santa. Aunque me atraen los estadios, no veo en ellos necesaria mi presencia.
Si James trota o corre. Si juega o no. Si Falcao hace un gol, si Borré se va Brasil, o si Fabra vuelve a cachetear a un compañero, marcando territorio en Boca Juniors.
Si la Selección es fantasma. No se mueve, no juega. Si Nacional gana en la cancha y pierde en los juzgados, o si Junior, equipo rico, es inferior en la tabla de posiciones a otros con modestia en sus recursos.
Si gusta o no la nueva camiseta de Colombia. Los colores no ganan partidos. Si Guarín baja su excesivo peso, se lesiona y poco juega en Millonarios. Si Campaz, en Tolima entrena en las noches y no en el día; si Montero tapa, si Torres el técnico insulta desde la raya, o si a Duván Vergara, figura en los últimos títulos, lo transfiere el América.
Si a un árbitro cuestionado lo premian con partidos de categoría, si los errores de los dirigentes los maquillan licenciando a los entrenadores, o si Roy Barreras, el peor de los políticos, vuelve a cambiar de partido.
Me preocupan los desempleados atrapados en la crisis, las familias sin techo, sin comida, el desinterés de las autoridades regionales frente a la pandemia, las vacunas aplicadas por tráfico de influencias y el empoderamiento de los criminales.
La salud de mis amigos y mi familia y la insensibilidad de la gente.
Eso me preocupa.
Lo digo como lo pienso, con algo de ironía.