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Cartas al pasado: NUESTRA MENTE, NUESTRA GRANJA

Sembrar pensamientos positivos o negativos, uno negativo es como la maleza que crece junto a los cultivos, que no necesita de cuidados, los positivos requieren de nuestro cuidado, de la atención diaria, de esfuerzo, por eso es más sencillo ser negativo que positivo.  

 

 

Diego E García C.  MD. 

Sembrar y cultivar semillas, es una actividad que nos permite disponer de alimentos de una forma controlada y en gran cantidad. En la actualidad lo podemos hacer desde una matera en nuestra casa, un jardín o una mayor extensión de tierra como sería una granja; sin embargo, para hacerlo debemos hacer dos cosas: conseguir la semilla y abonar el terreno, esto último es el proceso por el cual se prepara la tierra, generando condiciones óptimas para que la semilla reciba los nutrientes necesarios para germinar y crecer. 

Dependiendo del tipo de plantas que sembremos unas crecerán y darán fruto más rápido, como el caso del melocotonero que al año de cuidado puede estar dando ya sus frutos, caso contrario el del tamarindo, ya lo dice el dicho: «el que siembra tamarindos, no cosecha tamarindos». Sin importar que tipo de plantas decidamos cultivar es indiscutible que estas necesitaran de tiempo y cuidado para dar sus frutos, sin olvidar que una buena tierra mejorará el resultado en crecimiento y calidad. 

De forma similar a cultivar ocurre un proceso al interior de nosotros, en nuestro cerebro, en lo que llamamos de forma comúnmente. Desde que nacemos estamos constantemente abonando la tierra; aprendemos a hablar, caminar, y así continuamos por el resto de nuestra vida, pero antes de caminar gateamos, nos sentamos, experimentamos el proceso de aprendizaje, y cada etapa cumplida sirve para preparar nuestro cerebro para el siguiente paso. Así mismo, durante nuestro desarrollo vamos sembrando semillas, son los pensamientos, que son lo que nos dicen o pensamos de nosotros, nuestra mente es una tierra tan fértil, que, sin importar el tipo de semilla, esta va a crecer, desarrollando raíces muy profundas en nosotros, que nos acompañarán por el resto de nuestra vida, y sus frutos dependen de si esos pensamientos son positivos o negativos. 

Si sembramos pensamientos negativos los resultados serán negativos, por ejemplo, cuando un niño está expuesto a comentarios como; eres una persona lenta o sin creatividad, su cerebro procesa esa información y esa semilla empezara a germinar, con el tiempo esa persona que dejó de ser un niño, cree profundamente en su interior que esa es su realidad, fue etiquetado.  Y por pensar eso, va a realizar actos consecuentes con su proyección mental, será una persona lenta o sin creatividad, esto lo vivirá en su diario vivir, y la retroalimentación que escucha de las personas a lo largo de la vida, reforzará esos pensamientos en su mente, que es lento o sin creatividad. 

Es como la historia de los elefantes entrenados, cuando son pequeños los amarran de una pata a una pequeña estaca, y el elefante intenta salir de ahí pero no puede, crece y se convierte es ese poderoso animal que puede llegar a los 4 metros de altura y 5 toneladas de peso; sin embargo, su pata sigue con el mismo lazo y la misma estaca, el elefante ya no intenta liberarse, porque en su mente él aún es pequeño y cree que no puede ser capaz de hacerlo. Eso pasa con nosotros, acumulamos lazos y estacas, y creemos que no somos capaces, cuando la verdad es que desconocemos todo nuestro potencial.  

Hay una diferencia entre sembrar pensamientos positivos o negativos, uno negativo es como la maleza que crece junto a los cultivos, que no necesita de cuidados y crecen contaminado las otras plantas, en cambio los positivos requieren de nuestro cuidado, de la atención diaria, de esfuerzo, por eso es más sencillo ser negativo que positivo.