Noticias, TOP

Decían: ES UNA SIMPLE COLILLA

Cada colilla puede contaminar entre 8 y 10 litros de agua del mar y hasta 50 litros si se trata de agua dulce.

 

Guillermo Romero Salamanca

Doña Yaneth, una operaria del aseo de un centro comercial tiene, entre sus encargos recoger cientos de colillas de cigarrillos que los fumadores arrojan a las aceras, plantas, pisos y en lugares insospechados como ventanas, baños o lavamanos. Ella detesta esa operación diaria. Debe, muchas veces, arrodillarse para hacer la tarea porque los desperdicios de los aspiradores de  humo son incontables.

Como si fuera poco en ventanas, puertas, pasamanos, paredes, postes y árboles los consumidores de gomas de mascar dejan pegadas con sus babas los residuos.

Vasos por acá, servilletas, bolsas, botellas de gaseosas y licor debe recoger pacientemente de los parques y bancas de los parques aledaños al Multicentro. Bolsas negras, verdes, blancas y de otros colores doña Yaneth va llevando al basurero.

Luego, con paciencia, debe limpiar pisos, ascensores, escaleras eléctricas para recoger los desperdicios que dejan los visitantes.

Los lunes crece el trabajo. Deben sacar al camión las 5 toneladas con desperdicios de alimentos. Los comensales que visitan los restaurantes dejan papas, arroz, trozos de carne o de pollo, verduras y residuos de ajiacos. Vasos con jugos o bebidas azucaradas complementan el triste espectáculo. Luego de la salida de los cajones debe lavarlos con cientos de libros de agua pura, empleando, además, detergentes y otros químicos para volver a la limpieza. Ella debe usar guantes y caretas para realizar la tarea.

A los visitantes poco les importa que el lugar esté limpio. Es más, pisan, por donde están lavando o está recién pasado el trapero.  Es la lucha entre el aseo y los ciudadanos: una por limpiar y otras mil por causar desaseo y desorden.

«Es una simple colilla», decía un fumador. Las calles de las ciudades se llenan de «pequeñas» basuras.

Todo puede comenzar con una colilla o un pedazo de goma de mascar, pero el resultado será el mismo: cada día el planeta deteriora su vida y con angustia solicita un cambio de mentalidad.

«No hay derecho a ser tan mugres con el planeta», comentó doña Yaneth.

Las colillas de cigarro: el mayor contaminante de los océanos.