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«El Dorado»: ¿MITO O REALIDAD?

Los conquistadores españoles soñaban con encontrar un pueblo hecho en oro.

 

 

 

Javier Sánchez 

 «El Dorado» fue un mito real y se dice que decenas de conquistadores llegaron a Sudamérica con el fin de descubrirla y conseguir un tesoro, aunque ninguno tuvo éxito.

«El Dorado» es una ciudad legendaria, hecha de oro ubicada en el territorio de la antigua Nueva Granada, en una zona donde se creía que existían abundantes minas de oro.  ​ La leyenda se origina en el siglo XVI, en la actual Colombia, cuando los conquistadores españoles tienen noticias de una ceremonia realizada más al norte (altiplano cundiboyacense), donde un rey se cubría el cuerpo con polvo de oro y realizaba ofrendas en una laguna sagrada.  ​ Hoy en día se sabe que este pueblo era el muisca y el sitio donde se realizaba la ceremonia habría sido la laguna de Guatavita.

La noticia de la riqueza muisca atrajo expediciones originadas en Quito (Ecuador),​ Santa Marta (Colombia) y Coro (Venezuela). ​ La supuesta existencia de un reino dorado motivó numerosas expediciones y se mantuvo vigente hasta el siglo XIX,7​ aunque su localización se fue trasladando desde Colombia hacia las Guayanas, ​ a medida que avanzaba el proceso de conquista y colonización del territorio sudamericano.

El término «El Dorado», en general, se aplicó a casi todas las creaciones fantásticas, inventadas por los nativos americanos o imaginadas por los propios españoles. El primer «Dorado» del que se tiene registro fue el mítico cerro de oro que supuestamente estaba ubicado en el valle Tayrona, unos aborígenes guerreros que dominaban a las demás tribus de la región de Santa Marta.

En 1534, mientras Cuzco caía en manos de Pizarro, hacia el Norte Sebastián de Belalcázar emprendía la conquista de Quito (Ecuador), que se suponía igualmente rica, aunque los españoles no encontraron tesoros allí.

La versión la habría originado un indígena que cayó prisionero ante las tropas de Belalcázar quien ordenó torturar al nativo hasta que diera información de las riquezas en la región. El prisionero, reveló que el cacique de su tribu solía cubrirse el cuerpo con oro en polvo para ofrendar a los dioses, naciendo allí la actual leyenda de «El Dorado».

Luego se fusionará con otros rumores y mitos que llevaron a creer que se trataba de toda una ciudad o reino construido enteramente en oro. Desde aquel entonces, los españoles comenzaron a denominar ese territorio como la provincia de «El Dorado».

Ceremonia del indio dorado

La ceremonia del indio dorado de la laguna de Guatavita dio origen a la leyenda del mítico reino dorado. Desde tiempos remotos la laguna de Guatavita era el centro de adoración de una deidad desconocida que se manifestaba en forma de un pequeño dragón o culebra al cual otorgaban ofrendas. Luego, según las crónicas, ocurrió una tragedia en las aguas de la laguna cuando la Cacica se arrojó a sus aguas junto a su hijo acusada de infidelidad por parte del Cacique. Se suponía que ambos vivían en un maravilloso templo ubicado en el fondo de la laguna. Más tarde se instauró la ceremonia religiosa que debía ser realizada por los futuros caciques antes de ejercer el poder. Allí el gobernante debía ser cubierto totalmente con polvo de oro y luego trasladarse en balsa al medio de la laguna donde arrojaba objetos de oro y esmeraldas en símbolo de ofrenda

Lagunas Sagradas

La historia de las ofrendas de oro y esmeraldas también condujo a los primeros intentos por desaguar las lagunas sagradas de los muiscas.

El primer desagüe de la laguna de Guatavita lo realizó Hernán Pérez de Quesada, consiguiendo únicamente el equivalente a tres o cuatro mil pesos de oro. En 1652, un rico mercader de Bogotá, llamado Sepúlveda, obtuvo de Felipe IV la concesión para una segunda pesquisa. Sepúlveda realizó un corte en uno de los cerros con el fin de desaguar la laguna, obteniendo de esta empresa solo una valiosa esmeralda. Finalmente, una compañía inglesa, por concesión del gobierno de Colombia, procedió a desaguar completamente la laguna de Guatavita, descubriendo en su fondo una capa de lodo de tres metros de espesor. Allí fueron encontrados algunos tunjos, esmeraldas y objetos de cerámica.

La laguna Siecha fue parcialmente desaguada en 1856 por Joaquín y Bernardino Tovar, asociados a Guillermo Paris y a Rafael Chacón. El nivel de las aguas descendió unos tres metros permitiendo descubrir varias esmeraldas y algunas piezas de oro, entre las que se destacaba una balsa muisca, similar a la hallada en 1969, pero que actualmente se encuentra desaparecida.

En 1870 se realizó un nuevo intento por desaguar la laguna Siecha, llevada a cabo por Crowther y Enrique Urdaneta, que perforaron 187 metros de roca de arenisca sobre el muro occidental. Sin embargo, cuando faltaban 3 metros para finalizar el túnel, los dos señores y un peón murieron asfixiados por las emanaciones viciadas del lodo sumadas al olor de la combustión de la pólvora empleada para la perforación.

Hoy todavía hay personas que consideran que existe «El Dorado» y han buscado, explorado de manera clandestina en diversas regiones de Colombia, dando paso a la minería ilegal que ha ocasionado la perdida de los recursos naturales,  violencia y miseria.

Famosa balsa muisca evidencia de las ceremonias sagradas que dieron origen a la leyenda de «El Dorado.

¿Un mito, una leyenda? Laguna de Guatavita.