Salma Hayek 

Álvaro Velásquez será inolvidable porque compuso «El preso», primer gran hit de salsa en Colombia.

Humberto Muriel, director de El Combo de las Estrellas fue el primer cantante de salsa que tuvo el país. Lo hizo con Fruko, pero luego se quedó en su orquesta cantando y haciendo percusión menor.

Pero si se habla de salsa hay que tomar la historia de Jairo Varela Martínez, el hijo de profesora, que llegó a Bogotá a mediados de la década de los años sesenta luego de que un incendio consumiera su casa de tres pisos, ubicada a orillas del río Atrato en Quibdó, ciudad donde nació en 1949.

En Bogotá vendió tarros de Sustagen, almanaques de segunda, se convirtió en padre prematuro, expidió licencias de conducción en el Intra, se metió de lleno en la bohemia salsera y, sin que nadie se percatara, anotó en un cuaderno las letras de sus primeras canciones que fueron grabadas por el maestro Willie Salcedo y por la genial Yolandita Pérez.

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En 1979, después de curtir en las discotecas su repertorio, convenció a Eduardo Calle, de Discos Daro, para que le editara un elepé.

Una canción,  ‘Al pasito’, llamó la atención de Fernando López en Codiscos y de inmediato organizó la grabación ‘Querer es poder’, que incluye ‘Buenaventura y caney’,u un tremendo hit que salió de Cali y llegó a Nueva York.

La vida le cambió a Jairo Varela. Llegaron ‘Prepárate’ y ‘Directo desde Nueva York’, grabaciones que despegaron la salsa en Colombia y levantaron el ánimo de Codiscos para invertir en más promoción con afiches, videos, fotografías y todo el despliegue necesario para esos años, en los cuales la radio era fundamental.

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A mediados de los años ochenta, Jairo Varela era el rey indiscutible de la salsa en Colombia. Con su álbum ‘No hay quinto malo’ contiene ‘Cali pachanguero’, canción que dio a conocer a la ciudad como la capital salsera de Colombia.

Varela le contó al escritor Umberto Valverde lo siguiente: «Empecé a darle forma a la idea desde 1982, sin pensar en el éxito que tendría. Es una canción melancólica y emocionante. Parece una historia sencilla, aunque no lo es tanto. Estábamos en un ensayo y hacía mucho frío en Nueva York; un muchacho nos miraba por una pared de vidrio y lo invité a entrar. Nos pusimos a hablar y había ido a Estados Unidos en busca del sueño americano. Ahora, sin la posibilidad de construir ese sueño, soñaba con un pasaje para regresar a Cali y no volver a salir nunca más de su ciudad. Ahí está el alma de la canción que se convirtió en el éxito de mi vida».

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Jairo siguió creciendo como compositor, admirado y respetado en la Sociedad de Autores y Compositores, Sayco y en los entes artísticos de Colombia. «Su talento fue indiscutible. Escribía como los grandes maestros y por eso nuestro respeto y admiración por todo ese trabajo que desarrolló en pro de la música de nuestro país», comentó Rafael Manjarrez, vicepresidente de la entidad.

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«Son tres décadas de sacrificio, entrega, deseos, enjundia y responsabilidad de salir adelante», dijo Varela unas semanas antes de su fallecimiento, acerca de los 30 años del Grupo Niche, orquesta con la que rodó por todo el mundo, que el maestro concibió y que en 1986 se consagró internacionalmente con una presentación en el Madison Square Garden, de Nueva York.

El 8 de agosto de 2012, a los 62 años de edad, Jairo Varela murió de un infarto en el baño de su apartamento en un edificio del sur de Cali. Varela era considerado uno de los mayores expositores de la salsa en América Latina. Sus honras fúnebres congregaron a cientos de miles de vallunos.

Hoy, en Santiago de Cali, un pequeño parque hace homenaje al más grande compositor y maestro de la salsa en Colombia.